Mire usted. No quiero que se confunda pero mi intención era únicamente la de enviarle un mensaje de moderación. En muchas ocasiones me he visto en discusiones en las que mi oponente acababa dando gritos y lanzando acusaciones personales, y en parte lo entendía, porque, cuando los argumentos (de haberlos) entran en la pura adulteración de la verdad y son descubiertos, el resultado es comprensible. Por todo esto siento que es muy difícil mantener una conversación normal con cualquiera que abusa de la mala fe. No señalo a nadie en particular, pero aquí, haberlos, los hay. Me explico: un intercambio entre dos personas virtuales (al fin y al cabo, personas) es inexistente, cuando uno de ellos en vez de aportar se dedica a la descalificación, a veces veladas y otras más evidentes. Qué más quisiera yo que mi oponente tratara de convencerme de mis errores con elegancia… con esa elegancia que las virtudes de la humildad, sensibilidad y la honestidad caracterizan a un poeta. Sin ellas no se puede hacer poesía. Se puede “fabricar” poesía de mercado donde el fin es el dinero y para nada transmitir sentimientos profundos. Extrapolándolo al tema político, sin ellas el intercambio no es sensato. Bajo ninguna circunstancia pretendo ofender a nadie con mis opiniones. Por ello pido para mi la misma consideración.