Falla...

Falla

El origen tanto de falla como de hacha (obsérvese que las diferencias están en la típica sustitución de la f por la h, y en una realización distinta de la palatal) está en el latín fax, facis, que se ha mantenido en el italiano face con el mismo significado latino de antorcha, tea, y que por analogía extendió su significado a valores metafóricos como luz, astro, ardor, llama, pasión... Al “incendiario”, al que provoca desgracias también le llamaban los romanos fax, del mismo modo que decimos en español que es un hacha (su traducción literal) del que se distingue precisamente por meter la pata gravemente o por hacer calamidades. Las faces, que por evolución fonética se convertirían en fallas, eran el atributo de algunas divinidades, y se usaban en las ceremonias de bodas y en los entierros. Con una de estas faces prendía fuego el pariente más próximo a la pira funeraria. “Inter utramque facem” es una expresión que significaba “entre ambas antorchas”, es decir entre el matrimonio y la muerte. Luego, con la evolución de las hachas y hachones, se ampliaría su uso a los ritos de purificación y a las procesiones, que adquirían por la noche un valor muy singular. Faces addere ánimis era añadir haces a los ánimos (= encenderlos, inflamarlos).