Familia - Mayores.
«Nuestros sistemas sanitarios no están preparados para un escenario demográfico cada vez más envejecido»
Emilio Herrera, presidente de la Fundación New Health, cree que la sanidad actual está hecha «para salvar vidas y vencer a la muerte, no para atender la creciente necesidad de cuidados»
S. F. Madrid.
Actualizado: 15/07/2017 01:13h.
El envejecimiento, las enfermedades crónicas y la soledad han llevado a los sistemas de salud a una extrema presión económica. El gasto mundial sanitario de 7 trillones de dólares en 2015 llegará a ser de 8.7 trillones en 2020. En 2030 habrá más de 1 billón de personas mayores de 60 años. De las 56 millones de muertes ocurridas en 2012, casi el 70% se debieron a las cuatro grandes causas crónicas. El 50% de las personas mayores de 80 años se sienten muy solas.
Nuestros actuales sistemas de salud no están preparados para este nuevo escenario. Se diseñaron para salvar vidas y vencer a la muerte, no para atender la creciente necesidad de cuidados. En parte por esto gastan mucho más de lo que deben y a veces, de forma inadecuada.
La solución a este círculo vicioso es empezar por el final y volver a lo esencial del sistema: cuidar del bienestar de las personas. Los cuidados paliativos, con su misión de cuidar y consolar siempre, y curar cuando sea posible, nos muestran el camino. Pero también requieren renovar su modelo, pasando a tener una visión más social y comunitaria y evitando responder a la disminución funcional del paciente al final de la vida con un aumento de servicios sanitarios, especialmente hospitalarios, a base de incrementar las pruebas diagnósticas y terapéuticas.
Cuando se reequilibran los cuidados paliativos hacia una visión integrada que pone la compasión en el centro, la atención se diversifica en tres ejes: necesidades sanitarias, de cuidados personales, y de apoyo. Al hacerlo se producen ahorros importantes en hospitalizaciones y procedimientos quirúrgicos que, además de frenar la espiral de gasto, permiten reinvertir ese dinero en programas de servicios sociales y desarrollo comunitario. El resultado de todo ello es mayor eficacia clínica, mayor satisfacción del paciente y su entorno, e incluso mayor motivación de los profesionales.
Adoptar este modelo más allá de los cuidados paliativos, extendiéndolo a otros estadíos previos de la enfermedad, es el único camino sostenible para hacer frente a los retos que tenemos por delante. Necesitamos cambiar el orden actual de las prioridades en los sistemas de salud: su misión debe orientarse a mejorar la vivencia del paciente y disminuir su sufrimiento, tratando no sólo de curar, sino también de cuidar. Se trata de una transformación de la cosmovisión –Weltanschauung– y del paradigma del sistema de salud actual, que sólo es posible a través de un proceso de innovación basada en la compasión.
Si la innovación significa hacer las cosas de manera diferente para obtener un mejor resultado y la compasión se concreta en la capacidad de movilizarnos para ayudar a aquel que sufre, la Innovación basada en la Compasión podemos definirla como la modificación de los diferentes elementos organizativos, asistenciales, sociales y tecnológicos para aportar una mejor atención a la persona que sufre y sus cuidadores, mejorando el bienestar de ambos.
La Innovación basada en la Compasión es, por tanto, en primer lugar, innovación social, dirigida a devolver el valor de cuidar a la sociedad, mediante el desarrollo de comunidades y ciudades compasivas. Trabajar la compasión en la comunidad va más allá de fomentar grupos de voluntariado: es crear un escenario en el que las personas en su propio ámbito familiar puedan, quieran y sepan ayudar a los que sufren. La Innovación basada en la Compasión e
Es, además, innovación organizativa, que modifique los principios organizativos y modelos de gestión, priorizando el cuidado de la gente en su propio domicilio, creando incentivos de contratación basados en la aportación de valor y no en la mera prestación de servicios, mejorando la coordinación entre niveles asistenciales y detectando y protegiendo del sufrimiento innecesario también de sus propios profesionales.
La Innovación basada en la Compasión debe ser, en tercer lugar, asistencial, y promover la escucha activa y la inteligencia social como herramientas fundamentales del sistema. Y finalmente, puede ser tecnológica, aprovechando las nuevas tecnologías no para mecanizar la medicina, sino para lo contrario, para humanizarla, liberando a los profesionales de las tareas burocráticas y convirtiendo la compasión en la inspiración de las nuevas inversiones tecnológicas.
Innovar desde la perspectiva de «cuidar siempre y curar cuando sea posible» es mirar las cosas de manera diferente. La actitud compasiva, como prisma a través desde el cual repriorizar las necesidades de atención, es un punto crucial de partida para mejorar los resultados de nuestros sistemas de salud.
«Nuestros sistemas sanitarios no están preparados para un escenario demográfico cada vez más envejecido»
Emilio Herrera, presidente de la Fundación New Health, cree que la sanidad actual está hecha «para salvar vidas y vencer a la muerte, no para atender la creciente necesidad de cuidados»
S. F. Madrid.
Actualizado: 15/07/2017 01:13h.
El envejecimiento, las enfermedades crónicas y la soledad han llevado a los sistemas de salud a una extrema presión económica. El gasto mundial sanitario de 7 trillones de dólares en 2015 llegará a ser de 8.7 trillones en 2020. En 2030 habrá más de 1 billón de personas mayores de 60 años. De las 56 millones de muertes ocurridas en 2012, casi el 70% se debieron a las cuatro grandes causas crónicas. El 50% de las personas mayores de 80 años se sienten muy solas.
Nuestros actuales sistemas de salud no están preparados para este nuevo escenario. Se diseñaron para salvar vidas y vencer a la muerte, no para atender la creciente necesidad de cuidados. En parte por esto gastan mucho más de lo que deben y a veces, de forma inadecuada.
La solución a este círculo vicioso es empezar por el final y volver a lo esencial del sistema: cuidar del bienestar de las personas. Los cuidados paliativos, con su misión de cuidar y consolar siempre, y curar cuando sea posible, nos muestran el camino. Pero también requieren renovar su modelo, pasando a tener una visión más social y comunitaria y evitando responder a la disminución funcional del paciente al final de la vida con un aumento de servicios sanitarios, especialmente hospitalarios, a base de incrementar las pruebas diagnósticas y terapéuticas.
Cuando se reequilibran los cuidados paliativos hacia una visión integrada que pone la compasión en el centro, la atención se diversifica en tres ejes: necesidades sanitarias, de cuidados personales, y de apoyo. Al hacerlo se producen ahorros importantes en hospitalizaciones y procedimientos quirúrgicos que, además de frenar la espiral de gasto, permiten reinvertir ese dinero en programas de servicios sociales y desarrollo comunitario. El resultado de todo ello es mayor eficacia clínica, mayor satisfacción del paciente y su entorno, e incluso mayor motivación de los profesionales.
Adoptar este modelo más allá de los cuidados paliativos, extendiéndolo a otros estadíos previos de la enfermedad, es el único camino sostenible para hacer frente a los retos que tenemos por delante. Necesitamos cambiar el orden actual de las prioridades en los sistemas de salud: su misión debe orientarse a mejorar la vivencia del paciente y disminuir su sufrimiento, tratando no sólo de curar, sino también de cuidar. Se trata de una transformación de la cosmovisión –Weltanschauung– y del paradigma del sistema de salud actual, que sólo es posible a través de un proceso de innovación basada en la compasión.
Si la innovación significa hacer las cosas de manera diferente para obtener un mejor resultado y la compasión se concreta en la capacidad de movilizarnos para ayudar a aquel que sufre, la Innovación basada en la Compasión podemos definirla como la modificación de los diferentes elementos organizativos, asistenciales, sociales y tecnológicos para aportar una mejor atención a la persona que sufre y sus cuidadores, mejorando el bienestar de ambos.
La Innovación basada en la Compasión es, por tanto, en primer lugar, innovación social, dirigida a devolver el valor de cuidar a la sociedad, mediante el desarrollo de comunidades y ciudades compasivas. Trabajar la compasión en la comunidad va más allá de fomentar grupos de voluntariado: es crear un escenario en el que las personas en su propio ámbito familiar puedan, quieran y sepan ayudar a los que sufren. La Innovación basada en la Compasión e
Es, además, innovación organizativa, que modifique los principios organizativos y modelos de gestión, priorizando el cuidado de la gente en su propio domicilio, creando incentivos de contratación basados en la aportación de valor y no en la mera prestación de servicios, mejorando la coordinación entre niveles asistenciales y detectando y protegiendo del sufrimiento innecesario también de sus propios profesionales.
La Innovación basada en la Compasión debe ser, en tercer lugar, asistencial, y promover la escucha activa y la inteligencia social como herramientas fundamentales del sistema. Y finalmente, puede ser tecnológica, aprovechando las nuevas tecnologías no para mecanizar la medicina, sino para lo contrario, para humanizarla, liberando a los profesionales de las tareas burocráticas y convirtiendo la compasión en la inspiración de las nuevas inversiones tecnológicas.
Innovar desde la perspectiva de «cuidar siempre y curar cuando sea posible» es mirar las cosas de manera diferente. La actitud compasiva, como prisma a través desde el cual repriorizar las necesidades de atención, es un punto crucial de partida para mejorar los resultados de nuestros sistemas de salud.