Una que se crió entre Pinto y Valdemoro. Entre el pueblo y la ciudad; y vuelve de nuevo a un pueblo con la pretensión de una vida pacífica, simple y aburrida (me decían que no me iba a acostumbrar, yo que de
Madrid venía...) Y todo es así hasta que chocan tus puntos de vista con los de los habitantes de los pueblos.
La primera trifulca: pretendieron venderme papeletas de rifas (dos talonarios completos porque mi hijo bailaba danzas) Y cogí las papeletas y se las devolví a la presidenta, que por aquel entonces actuaba imbuida por otra y bajo la dirección de otros. Y menudo pollo monté. ¡Ardió Troya! y algunas mas se sublevaron con mi ejemplo. Hubo reunión general, charlas y debates; pero me salí con la mía porque era no era ni forma ni manera. Sin informar previamente a los socios o padres o madres de los socios no se pueden tomar ese tipo de deliberaciones. Al menos conmigo no coló.
Todo el mundo estuvo de acuerdo hasta que yo planteé mis razones pero por si acaso no se desligaron del grupo aunque opinaban en su interior lo mismo que yo.
Nunca fue de dejarme guiar por las masas ni por el espíritu de rebaño.
Después que yo alerté ya en los grupos se ha trabado conjuntamente y tomando decisiones en común. Muchas no me lo han perdonado nunca mi forma de actuar. Pero fui yo misma.