Si los empresarios no se sientan en el comité de empresa ¿por qué un sindicalista debe sentarse en el Consejo de Administración?.
La progresía decía Julio Anguita es, ni más ni menos, que “el sumidero por donde se han ido las ideas de la izquierda”. El califa rojo pensaba así viendo las
políticas de Zapatero y decía que “aquella progresía era quedarse en la reforma de una serie de aspectos sociales, como los matrimonios homosexuales o las medidas de discriminación positiva de la
mujer, dejando intacta una realidad económica injusta”. En esa época en que así hablaba Anguita –antes de estallar la crisis- al calor de la mas descarnada realidad económica y a la sombra del poder iban medrando sindicalistas e izquierdistas, acomodados con sueldazos de escándalo en Cajas y empresas públicas. Así fue como se aupó a los 520.000 euros de sueldo el señor de izquierda Unida Moral Santín o como el camarada de la UTG, José Ricardo Martinez, conocido antes por mandar literalmente a “su puta casa” al gobernador del Banco de
España, ha llegado a ser más conocido ahora por sus ingresos de 181.000 euros en la Caja y por dedicarse con igual éxito al pluriempleo. En 2011 el sindicalista Martinez ganó más que el gobernador del Banco de España. Gracias a su puesto de jefe del sindicalismo
madrileño, en el que se mantiene desde hace 16 años.
La progresía de ahora, la del
PP, va a ser el sumidero por donde se van ir no solo las ideas de la izquierda que diría Anguita, si no, muy posiblemente, los vividores de la izquierda que han estado chupando de la mamandurria durante largo tiempo. Entiendo pues el monumental enfado que los sindicalistas tienen con Rajoy. Y entiendo que le monten una
huelga general con trompetas y estandartes. Para protestar por los recortes sociales y como no por los personales. ¡Hasta ahí podíamos llegar, dar el salto de obrero a señorito para que ahora lleguen los del PP a desmantelar el chollo del
sindicato!
Gracias a los
sindicatos, muchos de sus líderes han obtenido poltrona, sueldos astronómicos, cursos y subvenciones del estado cuyos euros han recontado desde el coche oficial. ¿Como encajar pues, que el edén se acabe?
El
Gobierno ya ha limitado los sueldos en las empresas públicas, ha recortado las ayudas estatales a los sindicatos y más de un liberado ha tenido que coger de nuevo el pico y la pala para simultanear representación sindical con
trabajo. Desde esta dolorosa trinchera se asoman los sindicatos a las manifestaciones de esta mañana. Y desde esa dolorosa realidad preparan ya la huelga general. Si así son las cosas ahora, cabe preguntarse que vendrá cuando los sindicalistas deban dejar los consejos de Administración de Cajas y empresas públicas. Porque este es el lógico devenir de los tiempos. Y porque cabe esta reflexión: si un empresario no se sienta en el comité de los
trabajadores de la empresa ¿por qué un sindicalista debe sentarse en su Consejo de Administración?.