AQUELLOS HOMBRES CON SU MALETA CAMINO DE FRANCIA
Eran los años terribles de terminada la primera guerra mundial, Un grupo de hombres, que trabajaban en la agricultura, y que en aquellos años no recibían ninguna ayuda del paro, en la Castilla Profunda, decidieron emprender la marcha, sin más objetivo, que el de poder sacar a su familia adelante, dejando atrás esa época de falta de previsión y trabajo, sin nada nuevo que les pudiera ayudar a subsistir. El año 1918, se marcaron el objetivo de poder salir de su penosa situación de campesinos sin jornal, siendo el final de la primera guerra mundial, y aunque entonces las noticias llegaban tarde y a veces mal, con distintas versiones de lo que allí en Francia acababa de pasar, por eso algunos de los emigrantes de entonces, se movilizaban por las cartas recibidas de otros emigrantes anteriores a ellos, donde les comunicaban que la mano de obra, era necesaria, para reconstruir la Nueva Francia, destrozada por las batallas, contra el alemán invasor. Algunos familiares míos, fueron de aquellos emigrantes, que decidieron coger el tren, y sin demora, decidieron seguir ese camino, sin saber sí podrían ser útiles, y empezar esa nueva vida lejos de la meseta castellana, emprendieron el camino en tren, aunque a base de muchas horas de viaje, pudieron llegar a Paris, donde les esperaba algún familiar allí asentado, para que luego les indicara el camino a seguir en su nueva vida, de trabajo y alojamiento. Aquellos hombres y sus familiares, a veces fueron demasiado atrevidos, al enfrentarse a su nueva situación, en un país que no hablaba su misma lengua, y aunque casi todos ellos sabían leer y escribir en castellano, el idioma era distinto, y las costumbres también, pero nunca fue una barrera insalvable, ya que para muchos de ellos, su trabajo, era el de reparar las vías del tren, machacadas por el paso de aquella maldita guerra, que hizo retroceder a la vieja Europa, muchos años y demasiados muertos, con bastantes mutilados de guerra, que llevaron a muchas familias a su empobrecimiento y miseria. Todo parecía normal, los hijos de aquellos emigrantes empezaron a ir a los colegios públicos franceses, y su cultura se vio aumentada, las raíces castellanas tendían a desaparecer, y así se fueron pasando los años, hasta que la guerra civil española, en el año 1936, empezó a influir sobre sus mentes, ya que algunos de los hijos de aquellos emigrantes, colaboraron en las Brigadas Internacionales, y al ser expulsados de España, en el año 1938, sufrieron persecución en la tierra francesa, y al comienzo de la segunda guerra mundial, unos y otros tuvieron que elegir el camino de la violencia, entrando algunos de ellos en la resistencia francesa, llamada el maqui francés. Que fue una gran pesadilla, para el ejército alemán, ya que sus golpes y acciones eran imprevistos, y surgían en donde menos se esperaba, ya que sabían que estaban siendo perseguidos para ser fusilados sin ninguna clase de juicios. Aquellos descendientes de la Castilla profunda, aunque casi ni se acordaban de el lugar de su nacimiento, fueron hombres respetados y admirados al termino de la segunda guerra mundial, donde volvieron a sus trabajos y ocupaciones, dejando detrás algunos compañeros que murieron en la lucha, pero de no haber luchado así, hubieran sido carne de campo de concentración Nazi, y hubieran muerto sin remedio alguno. Ellos no tienen placas con sus nombres de caídos, pero el gobierno francés siempre reconoció su gran deber de patriotas, aunque no fueran de nacimiento franceses, pero el pueblo de Francia, les admiraba por su valor y dignidad, ya que dieron su vida por defender la libertad de todo el viejo continente europeo, incluso pensando en su vieja patria España. a la que jamás olvidaron. G X Cantalapiedra.
Eran los años terribles de terminada la primera guerra mundial, Un grupo de hombres, que trabajaban en la agricultura, y que en aquellos años no recibían ninguna ayuda del paro, en la Castilla Profunda, decidieron emprender la marcha, sin más objetivo, que el de poder sacar a su familia adelante, dejando atrás esa época de falta de previsión y trabajo, sin nada nuevo que les pudiera ayudar a subsistir. El año 1918, se marcaron el objetivo de poder salir de su penosa situación de campesinos sin jornal, siendo el final de la primera guerra mundial, y aunque entonces las noticias llegaban tarde y a veces mal, con distintas versiones de lo que allí en Francia acababa de pasar, por eso algunos de los emigrantes de entonces, se movilizaban por las cartas recibidas de otros emigrantes anteriores a ellos, donde les comunicaban que la mano de obra, era necesaria, para reconstruir la Nueva Francia, destrozada por las batallas, contra el alemán invasor. Algunos familiares míos, fueron de aquellos emigrantes, que decidieron coger el tren, y sin demora, decidieron seguir ese camino, sin saber sí podrían ser útiles, y empezar esa nueva vida lejos de la meseta castellana, emprendieron el camino en tren, aunque a base de muchas horas de viaje, pudieron llegar a Paris, donde les esperaba algún familiar allí asentado, para que luego les indicara el camino a seguir en su nueva vida, de trabajo y alojamiento. Aquellos hombres y sus familiares, a veces fueron demasiado atrevidos, al enfrentarse a su nueva situación, en un país que no hablaba su misma lengua, y aunque casi todos ellos sabían leer y escribir en castellano, el idioma era distinto, y las costumbres también, pero nunca fue una barrera insalvable, ya que para muchos de ellos, su trabajo, era el de reparar las vías del tren, machacadas por el paso de aquella maldita guerra, que hizo retroceder a la vieja Europa, muchos años y demasiados muertos, con bastantes mutilados de guerra, que llevaron a muchas familias a su empobrecimiento y miseria. Todo parecía normal, los hijos de aquellos emigrantes empezaron a ir a los colegios públicos franceses, y su cultura se vio aumentada, las raíces castellanas tendían a desaparecer, y así se fueron pasando los años, hasta que la guerra civil española, en el año 1936, empezó a influir sobre sus mentes, ya que algunos de los hijos de aquellos emigrantes, colaboraron en las Brigadas Internacionales, y al ser expulsados de España, en el año 1938, sufrieron persecución en la tierra francesa, y al comienzo de la segunda guerra mundial, unos y otros tuvieron que elegir el camino de la violencia, entrando algunos de ellos en la resistencia francesa, llamada el maqui francés. Que fue una gran pesadilla, para el ejército alemán, ya que sus golpes y acciones eran imprevistos, y surgían en donde menos se esperaba, ya que sabían que estaban siendo perseguidos para ser fusilados sin ninguna clase de juicios. Aquellos descendientes de la Castilla profunda, aunque casi ni se acordaban de el lugar de su nacimiento, fueron hombres respetados y admirados al termino de la segunda guerra mundial, donde volvieron a sus trabajos y ocupaciones, dejando detrás algunos compañeros que murieron en la lucha, pero de no haber luchado así, hubieran sido carne de campo de concentración Nazi, y hubieran muerto sin remedio alguno. Ellos no tienen placas con sus nombres de caídos, pero el gobierno francés siempre reconoció su gran deber de patriotas, aunque no fueran de nacimiento franceses, pero el pueblo de Francia, les admiraba por su valor y dignidad, ya que dieron su vida por defender la libertad de todo el viejo continente europeo, incluso pensando en su vieja patria España. a la que jamás olvidaron. G X Cantalapiedra.