Tierno Galván era agnóstico. Siendo alcalde intentaron quitar el crucifijo de su despacho, a lo que respondió:
"La contemplación de un hombre justo que murió por los demás no molesta a nadie. Déjenlo donde está.”.
Una buena reflexión.
"La contemplación de un hombre justo que murió por los demás no molesta a nadie. Déjenlo donde está.”.
Una buena reflexión.