VIENDO LA VIDA PASAR:
Siento nostalgia de cuando vivía en el pueblo con mi familia, que sencillo era todo a pesar de no tener ningún lujo, por entonces en las casas no teníamos luz eléctrica durante el día, solo por la noche, ni agua corriente y no digamos calefacción, tan poco la echábamos en falta, nos calentábamos con los sarmientos y las cepas de las viñas, no existía el gas, para cocinar lo hacían las madres en la lumbre, que después se solía sacar las ascuas para el brasero, por cierto que las comidas tenían un sabor especial, los niños jugábamos en la calle, a la comba y con muñecas hechas de trapo por nosotras o por nuestras madres, en invierno cuando se metía el Sol, daba la luz el encargado, era un señor recuerdo que iba con un palo en la punta, llevaba un gancho para bajar una especie de pincho que le llamaban plomo. Tiraba para abajo y venía la luz, a la mañana siguiente cuando salía él Sol este señor repetía la misma operación, para quitarla hasta el día siguiente, esto quiere decir que no teníamos televisión, ni radio, ni lavadora ni nevera, nada de nada, si necesitábamos que los padres nos dieran un azote por desobedientes lo hacían y no pasaba nada, a nadie se le ocurría decir que eran malos tratos, por eso no nos traumatizábamos, ningún niño necesito ir a un psicólogo entre otras cosas si siquiera se sabía lo que era eso, ahora, tenemos de todo, los niños no valoran lo que tienen por tener demasiado, y a pesar de todo, niños y mayores, necesitamos ir al psicólogo porque los problemas nos agobian, todos queremos que nuestros hijos sean los mejores en los estudios, en deportes, pero nos olvidamos de lo más importante, que es el que sean felices, al final del camino es cuando te das cuenta pero ya es demasiado tarde. Recuerdo una anécdota, conocí a un empresario, se dedicaba a la compra y venta de pisos, fue antes de la crisis, salimos a cenar el con su mujer y yo con mi marido, solo hablaba, de lo que poseía, su esposa no decía nada, solo dijo que no sabía nada de lo que decía él, no participaba en nada, me dijo que ya no lo conocía, se había distanciado de la familia, al final de la velada yo le pregunte, eres feliz con todo lo que tienes, su respuesta fue que es eso, solo le dije, que pena eres tan pobre que solo tienes dinero:
Rosario fajardo Blanco.
Siento nostalgia de cuando vivía en el pueblo con mi familia, que sencillo era todo a pesar de no tener ningún lujo, por entonces en las casas no teníamos luz eléctrica durante el día, solo por la noche, ni agua corriente y no digamos calefacción, tan poco la echábamos en falta, nos calentábamos con los sarmientos y las cepas de las viñas, no existía el gas, para cocinar lo hacían las madres en la lumbre, que después se solía sacar las ascuas para el brasero, por cierto que las comidas tenían un sabor especial, los niños jugábamos en la calle, a la comba y con muñecas hechas de trapo por nosotras o por nuestras madres, en invierno cuando se metía el Sol, daba la luz el encargado, era un señor recuerdo que iba con un palo en la punta, llevaba un gancho para bajar una especie de pincho que le llamaban plomo. Tiraba para abajo y venía la luz, a la mañana siguiente cuando salía él Sol este señor repetía la misma operación, para quitarla hasta el día siguiente, esto quiere decir que no teníamos televisión, ni radio, ni lavadora ni nevera, nada de nada, si necesitábamos que los padres nos dieran un azote por desobedientes lo hacían y no pasaba nada, a nadie se le ocurría decir que eran malos tratos, por eso no nos traumatizábamos, ningún niño necesito ir a un psicólogo entre otras cosas si siquiera se sabía lo que era eso, ahora, tenemos de todo, los niños no valoran lo que tienen por tener demasiado, y a pesar de todo, niños y mayores, necesitamos ir al psicólogo porque los problemas nos agobian, todos queremos que nuestros hijos sean los mejores en los estudios, en deportes, pero nos olvidamos de lo más importante, que es el que sean felices, al final del camino es cuando te das cuenta pero ya es demasiado tarde. Recuerdo una anécdota, conocí a un empresario, se dedicaba a la compra y venta de pisos, fue antes de la crisis, salimos a cenar el con su mujer y yo con mi marido, solo hablaba, de lo que poseía, su esposa no decía nada, solo dijo que no sabía nada de lo que decía él, no participaba en nada, me dijo que ya no lo conocía, se había distanciado de la familia, al final de la velada yo le pregunte, eres feliz con todo lo que tienes, su respuesta fue que es eso, solo le dije, que pena eres tan pobre que solo tienes dinero:
Rosario fajardo Blanco.