COMO NOS HA CAMBIADO LA VIDA Estamos pensando todos, como nos ha cambiado la vida, el andar sin tener que mirar el retorno, y las largas despedidas. En otros tiempos pasados, donde sentimos la libertad de andar por distintos lugares, si tener que mirar el reloj, ni las horas ni si había bares, incluso en los Centros de Mayores, donde muchas personas nos acercábamos, para bailar o ver bailar, y ya no digamos de salir de nuestro domicilio, con la voluntad de irnos de vacaciones donde nos viniera bien, sin pensar en ningún peligro, que ahora antes de salir de casa, estamos pensando en prohibiciones, que nos ponen las normas del maldito virus, y las que nos ponemos nosotros, al ver la cantidad de personas que no respetan nada, y que pueden contagiarnos en cualquier momento, los abrazos y besos con nuestra familia y amigas, y sobre todo la incertidumbre, de no saber como te puede dejar este mal virus, ya que vamos viendo a personas que lo han pasado y se lamentan de su situación actual, al no verse recuperadas del todo, y tener la carga emocional, de el presente y futuro, que hoy más que nunca parece delicado. Tratar de pensar en el pasado, es un poco fastidioso, y además es ir contra corriente, no vale lamentarse si tenemos salud, que en este caso es lo mejor que nos puede pasar. Aunque estamos viendo cada día, a muchos seres humanos que parece no importarles estar bien de salud, al caminar en grupos, unos jóvenes y otros no tan jóvenes, que van sin guardar distancia, y sin mascarilla, o llevando la mascarilla en la mano o en el codo, incluso de visera o babero. Sin dejar ni un solo metro de cualquier paseante anónimo. Y encima algunos tirando las mascarillas por las aceras o calzadas, demostrando ser muy poco limpios, o muy energúmenos, que de todo hay en la viña del señor. No quisiera ver esta peste de nuevo en nuestra España, pero tengo el temor de que puede venir de nuevo, al ver tanto irresponsable, que ni mira por él, ni por sus vecinos, incluso sus propios familiares, y mucho más si tiene abuelos y los quiere algo, porque si los quisiera un poco solamente, seria el primero en ponerse en guardia contra esta pandemia que no nos ha dejado todavía. Vivir en Madrid es ver a diario a cantidad de personas, que sus pensamientos se quedan enanos, se están pensando que esto fue una broma, y que los muertos apenas se cuentan, y que ellos no están en la lista de posibles fallecidos. Están equivocados, esta pandemia no respeta, ni clases políticas, ni mujeres ni hombres, ni clases obreras, ni curas ni médicos, y mucho menos al que le coge desprevenido. Así que pongamos nuestra defensa en marcha, para evitar colapsar, los servicios de urgencias de los hospitales y ambulatorios, y podamos seguir abrazando con el tiempo a hijos hermanas y nietos, Yo desde mi casa salgo con la mascarilla. Rosario Fajardo Blanco.