Ya calor por Cuna de Cervantes. Cambiaré de lugar a clima fresquito durante unas horas, el camino comenzó a Dungarvan, mi nieta se lo merece.
Siguen los contagios creciendo y las C. A. esperando que los lleven de la manita.
**********
Las extremas derechas las derechas, la rana y el escorpion
A una rana sentada en la orilla de un río, se le acercó un escorpion diciendo:
—Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…
— ¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.
—No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
—Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.
Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:
—Escorpión. Te voy a ayudar a cruzar el río.
El escorpión se colocó sobre la espalda de la rana y empezaron a cruzar el río.
Cuando habían llegado a la mitad, el escorpión picó con su aguijón a la rana. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, sacó las últimas fuerzas para decirle:
—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.
Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:
—Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.
Así se comportan algunos humanos. Prefieren ahogarse ante que ayudar, mientras dicen: son mis genes, me educaron así.
Siguen los contagios creciendo y las C. A. esperando que los lleven de la manita.
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Las extremas derechas las derechas, la rana y el escorpion
A una rana sentada en la orilla de un río, se le acercó un escorpion diciendo:
—Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…
— ¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.
—No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
—Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.
Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:
—Escorpión. Te voy a ayudar a cruzar el río.
El escorpión se colocó sobre la espalda de la rana y empezaron a cruzar el río.
Cuando habían llegado a la mitad, el escorpión picó con su aguijón a la rana. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, sacó las últimas fuerzas para decirle:
—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.
Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:
—Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.
Así se comportan algunos humanos. Prefieren ahogarse ante que ayudar, mientras dicen: son mis genes, me educaron así.
La leche que tío más plasta con la extrema derecha todo el santo día en la boca, lo tuyo es pura obsesión, ¡deja a la extrema derecha y preocúpate de la EXTREMA IZQUIERDA QUE LA TENEMOS EN EL GOBIERNO. ¡plasta!