Hola Ángel. Buenas tardes. ¿Cómo lleváis las lluvias...

CARGA INÚTIL

Un joven quiso aprender el arte de la espada para calmar el odio que sentía en el alma en contra del asesino de su padre. Y fue a buscar a un maestro para que le enseñara. «Necesito urgentemente saber cómo usar una espada para vengar la muerte de mi padre, este odio no me deja vivir en paz», le dijo al profesor. «Claro –contestó el maestro–, pero antes necesito que me hagas un favor. Podrías ayudarme a cargar esos costales hasta la cima de la colina; cuando lleguemos, te enseñaré». El joven aceptó y, al llegar a la cima, no aguantó más la curiosidad y preguntó qué había en los sacos. El maestro tomó los costales, los abrió y en su interior había montones de piedras que arrojó cuesta abajo mientras decía: «Ah, solo piedras sin valor». Al ver eso, el joven gritó como loco: « ¿Qué? ¿He venido hasta aquí soportando este cansancio, cargando estas piedras sin valor? ¿Acaso está usted loco?». El maestro contestó: « ¿Qué? ¿Has venido hasta mí para aprender el arte de la espada cargando ese odio de venganza y ese rencor inútil que no sirve para nada. En ese momento, el chico se iluminó y desde aquel mismo instante prefirió aprender el arte del perdón. Porque este es importante para deshacernos de la pesada carga del odio, la envidia y la venganza que nos impide avanzar en la vida.

Paco

Paco, buen relato.

Un saludo.

Hola Ángel. Muchas gracias.
Ya sabes que soy un buen creador. No tiene mucho mérito.
Si quieres, te puedo enviar alguno más.
Un aludo.
Paco

Manda, manda.

Hola Ángel. Buenas tardes. ¿Cómo lleváis las lluvias y vientos por tu Región?
Ya he notado que a algún forero no le ha gustado que me escribas que te mande algún relato más.
Es posible que no entienda el significado y la moraleja. O también puede ser que lo haga por vacilar un poco.
Aquí te pego otro.
Saludos y buena tarde.

LA SEÑAL

Tras navegar a la deriva en una balsa, el único superviviente de un naufragio llegó a una isla inhabitada. Cada día, nada más despertar, miraba al horizonte buscando un indicio de que pronto alguien lo salvaría. Pasaron los días y, convencido de que tendría que dotarse de un mínimo de comodidades para sobrevivir a la espera de ayuda, empezó a construirse una pequeña cabaña. Allí pasaría las noches protegido de los animales salvajes y guardaría todas sus pertenencias.
Un día, tras recorrer la isla buscando alimento y observar el mar desde distintos puntos estratégicos, regresó a su campamento base y se llevó un gran disgusto. Los rescoldos de una hoguera mal apagada habían hecho saltar chispas y, con toda probabilidad, esa era la causa de que su cabaña hubiese sido arrasada por el fuego. « ¡Oh, Dios!, ¿cómo has podido hacerme esto?», gritó desesperado al cielo. Pero a la mañana siguiente, lo despertaron las sirenas de un barco que acababa de atracar en la playa y que se disponía a rescatarlo. « ¿Cómo supieron que estaba aquí?», les preguntó. «Vimos sus señales de humo», respondieron. Así sucede en la vida, cuando creemos que todo está perdido puede que alguien esté ya en camino para brindarnos su apoyo.

Paco.