Los campos de concentración de Franco (5/10)
Se creó el Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas en septiembre del año 1939, que se ocuparon principalmente de las obras hidráulicas, como el canal del Bajo Guadalquivir, también conocido por el canal de los presos.
La mano de obra forzada de los batallones también fue utilizada por la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones especialmente en la reconstrucción de localidades muy dañadas por la guerra.
Los Batallones de Trabajadores y los batallones forzados tenían condiciones de vida y de trabajo muy duras lo que está en el origen de la fuerte mortalidad que se producía en ellos. Sus miembros solo pudieron acogerse a la Redención de penas por el trabajo.
Este era un sistema de trabajo forzado del que se beneficiaron importantes empresas privadas y permitía al preso reducir hasta un tercio su condena. Recibía una pequeña remuneración, aunque el 75 % de la misma se la quedaba la empresa en concepto de manutención y alojamiento.
Estos presos forzados que estaban condenados eran los que recibían esa redención, sin embargo, los que nunca habían sido condenados no tenían ninguna pena que redimir. Como dice el historiador Borja de Riquer. “La suya fue una retención ilegal y una solución arbitraria de represión extrajudicial”.
Entre las obras en las que estos prisioneros eran empleados como mano de obra se encuentran las reconstrucciones caso del pueblo de Belchite en la provincia de Zaragoza, los trabajos en minas de sal, la extracción de mercurio, la construcción de carreteras y de presas, y la excavación de canales.
Miles de prisioneros fueron usados en la construcción de la Prisión de Carabanchel, el Valle de los Caídos, el Arco de la Victoria y la Academia de Infantería de Toledo.
Posteriormente, este trabajo fue subcontratado a empresas privadas y terratenientes, quienes utilizaron a los prisioneros para mejorar sus propias propiedades, caso del general Queipo de Llano, que empleo cautivos de campos cercanos para su cortijo sevillano de Gambogaz.
Algunas de las obras construidas por los prisioneros de los campos destacan:
Canal del Bajo Guadalquivir, sus obras duraron hasta el año 1962, que usaban a prisioneros de los campos de concentración de Los Merinales y La Corchuela.
Presa y Canal de Montijo en la provincia de Badajoz, obra sobre el Río Guadiana, desde el año 1942 a 1945. Los presos se encontraban en la Colonia Penitenciaria Militarizada de Montijo en Badajoz.
Líneas de ferrocarril, como las de Zamora-La Coruña, Soria-Castejón, el Val de Zafán o el directo Madrid-Burgos.
Presas y pantanos, como los Embalses de Barrios de Luna en la provincia de León, Riosequillo en la provincia de Madrid, La Muedra-Cuerda del Pozo en la provincia de Soria, o El Cenajo en las provincias de Albacete y Murcia.
Los aeropuertos, como el de Santiago de Compostela, Valladolid o Sondica.
Entre los años 1939-1943, el doctor José María López de Riocerezo, que era un abogado penal franquista, ha estimado que la utilización de mano de obra forzada de prisioneros de estos campos y batallones de trabajadores aportó a distintas empresas privadas un beneficio de más de cien millones de pesetas que era una fortuna en aquellos tiempos.
La suma de campos de concentración y unidades de trabajos forzados creados por el bando sublevado durante la guerra y posteriormente en la Dictadura franquista se ha estimado la existencia cercana al millar de recintos a lo largo de toda la geografía española.
VIGILANCIA E INFORMACIÓN
Para mantener el control y recabar información sobre los prisioneros, se creó el Servicio de Investigación Criminal de los campos y, en junio del año 1938 un Servicio de Confidencia e Información con el objetivo de formar una red constituida por veinte delatores en cada batallón de trabajadores.
Los militares emplearon torturas y amenazas con el fin de captar confidentes entre los reclusos. Existen muchos testimonios denunciando que los propios sacerdotes ayudaban a los represores en esta labor, vulnerando el secreto de confesión para delatar e incriminar a personas desafectas.
Todo ello, sembraba la desconfianza en los campos y repercutía en la moral de los detenidos, aunque éstos trataron siempre de contrarrestar el miedo a sus captores con acciones de resistencia, incluso protagonizando numerosas fugas y de solidaridad entre ellos. Sirva como ejemplo compartir la escasa comida, ayudar en los trabajos a los más débiles o cuidar a los enfermos.
EL ADOCTRINAMIENTO
Una de las grandes misiones para las que se constituyeron los campos de concentración fue la reeducación de los internos, al menos de los considerados recuperables para la causa nacionalista.
Se utilizaron técnicas de sometimiento, humillación, propaganda y lavado de cerebro con el fin de lograr la progresiva deshumanización de los cautivos. Cada día eran obligados a formar un mínimo de tres veces, cantar el Cara al sol y otros himnos franquistas, así como saludar al modo fascista.
La figura del capellán era imprescindible en los campos de concentración. Se dio una identificación absoluta de métodos y objetivos entre la Iglesia, los golpistas y la posterior dictadura.
Los sacerdotes lanzaban amenazantes sermones a los prisioneros, resaltando su condición de rojos en las diversas clases patrióticas que impartían. No se respetaba en ningún momento la libertad religiosa de los detenidos.
La asistencia a misa era obligatoria, siendo la conversión de los internos uno de los principales objetivos. Un bautizo o primera comunión eran celebrados como un gran triunfo que era comunicado al mismísimo Franco.
El Centro de Documentación de la Resistencia Austriaca recogió testimonios de brigadistas internacionales que fueron coaccionados a oír misa a fuerza de latigazos y patadas.
El jesuita José Ángel Delgado Iribarren dice “En esos campos se les sometía a un régimen de vigilancia y reeducación, con la esperanza de reincorporarles un día a la vida social….”.
Después de sacarles la ficha clasificadora se les encuadraba en los batallones de trabajadores, donde se prolongaba esta labor, que podríamos llamar de desinfección, en el orden político y religioso.
LA PSIQUIATRIA FRANQUISTA
Los brigadistas internados en San Pedro de Cardeña fueron obligados a participar en estudios seudocientíficos preparados por Antonio Vallejo-Nájera, jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares del Ejército de Franco y conocido como “el Mengele español”. En esta labor fue ayudado por dos médicos, un criminólogo y dos asesores científicos alemanes.
Durante meses, los prisioneros sujetos a investigación fueron fotografiados, sometidos a la medición del cráneo y de otras partes del cuerpo, a pruebas de estrés y cuestionarios personales y de inteligencia.
Los resultados sirvieron para dar legitimidad a las extravagantes teorías de Vallejo-Nájera, coincidentes con las teorías eugenésicas y racistas entonces en boga en determinados círculos académicos, y con los preceptos del nacionalsocialismoalemán.
Este pseudopsiquiatra ya había escrito sobre:
- La regeneración de la raza española.
- La necesidad de una higiene racial y moral. Llegó incluso a sostener la existencia de un gen rojo, doctrinas, que acabarían justificando el exterminio que ejecutaría el franquismo y su tarea de reeducación y separación de niños de sus familias rojas para evitar que desarrollaran la enfermedad marxista.
Para Vallejo Nájera la democracia y el sufragio universal habían provocado la degeneración de las masas, como probaban los datos extraídos de esta investigación, que atribuían todo tipo de deficiencias y patologías a los brigadistas. Estas habían sido provocadas por el medio ambiente cultural y social norteamericano y el ambiente social sensual y pagano resultante.
Los internos de San Pedro también tuvieron que sufrir otras humillaciones. La prensa nacionalista publicó diversos reportajes sobre el campo de concentración de los soldados rojos de las Brigadas Internacionales, donde se calificaba a esos prisioneros de degenerados y criminales.
El Departamento Nacional de Cinematografía rodó allí un documental de propaganda con abundancia de primeros planos de los reclusos con apariencia asiática, mestiza, africana, etc. en secuencias de carácter degradante para éstos. La película terminaba con un cautivo realizando el saludo fascista con la mano extendida.
LA IGLESIA Y LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN
Muchos edificios religiosos también fueron utilizados con este fin como hemos estado leyendo. Debemos mencionar el monasterio de San Salvador de Celorio en Asturias, el monasterio de la Merced de Huete en Cuenca, el de la Caridad en Ciudad Rodrigo provincia de Salamanca o el de San Clodio, en Ourense.
La Iglesia jugó un papel fundamental y muy activo como estamos viendo en esta tarea reeducativa de los prisioneros republicanos. Se reflejó claramente en los campos de concentración la identificación absoluta de métodos y objetivos entre la iglesia católica, los golpistas y la posterior dictadura.
La función del capellán nunca se echó de menos en estos recintos. Los sacerdotes lanzaban agresivos y amenazantes sermones a los prisioneros y ejercían de profesores en las clases patrióticas.
Se creó el Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas en septiembre del año 1939, que se ocuparon principalmente de las obras hidráulicas, como el canal del Bajo Guadalquivir, también conocido por el canal de los presos.
La mano de obra forzada de los batallones también fue utilizada por la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones especialmente en la reconstrucción de localidades muy dañadas por la guerra.
Los Batallones de Trabajadores y los batallones forzados tenían condiciones de vida y de trabajo muy duras lo que está en el origen de la fuerte mortalidad que se producía en ellos. Sus miembros solo pudieron acogerse a la Redención de penas por el trabajo.
Este era un sistema de trabajo forzado del que se beneficiaron importantes empresas privadas y permitía al preso reducir hasta un tercio su condena. Recibía una pequeña remuneración, aunque el 75 % de la misma se la quedaba la empresa en concepto de manutención y alojamiento.
Estos presos forzados que estaban condenados eran los que recibían esa redención, sin embargo, los que nunca habían sido condenados no tenían ninguna pena que redimir. Como dice el historiador Borja de Riquer. “La suya fue una retención ilegal y una solución arbitraria de represión extrajudicial”.
Entre las obras en las que estos prisioneros eran empleados como mano de obra se encuentran las reconstrucciones caso del pueblo de Belchite en la provincia de Zaragoza, los trabajos en minas de sal, la extracción de mercurio, la construcción de carreteras y de presas, y la excavación de canales.
Miles de prisioneros fueron usados en la construcción de la Prisión de Carabanchel, el Valle de los Caídos, el Arco de la Victoria y la Academia de Infantería de Toledo.
Posteriormente, este trabajo fue subcontratado a empresas privadas y terratenientes, quienes utilizaron a los prisioneros para mejorar sus propias propiedades, caso del general Queipo de Llano, que empleo cautivos de campos cercanos para su cortijo sevillano de Gambogaz.
Algunas de las obras construidas por los prisioneros de los campos destacan:
Canal del Bajo Guadalquivir, sus obras duraron hasta el año 1962, que usaban a prisioneros de los campos de concentración de Los Merinales y La Corchuela.
Presa y Canal de Montijo en la provincia de Badajoz, obra sobre el Río Guadiana, desde el año 1942 a 1945. Los presos se encontraban en la Colonia Penitenciaria Militarizada de Montijo en Badajoz.
Líneas de ferrocarril, como las de Zamora-La Coruña, Soria-Castejón, el Val de Zafán o el directo Madrid-Burgos.
Presas y pantanos, como los Embalses de Barrios de Luna en la provincia de León, Riosequillo en la provincia de Madrid, La Muedra-Cuerda del Pozo en la provincia de Soria, o El Cenajo en las provincias de Albacete y Murcia.
Los aeropuertos, como el de Santiago de Compostela, Valladolid o Sondica.
Entre los años 1939-1943, el doctor José María López de Riocerezo, que era un abogado penal franquista, ha estimado que la utilización de mano de obra forzada de prisioneros de estos campos y batallones de trabajadores aportó a distintas empresas privadas un beneficio de más de cien millones de pesetas que era una fortuna en aquellos tiempos.
La suma de campos de concentración y unidades de trabajos forzados creados por el bando sublevado durante la guerra y posteriormente en la Dictadura franquista se ha estimado la existencia cercana al millar de recintos a lo largo de toda la geografía española.
VIGILANCIA E INFORMACIÓN
Para mantener el control y recabar información sobre los prisioneros, se creó el Servicio de Investigación Criminal de los campos y, en junio del año 1938 un Servicio de Confidencia e Información con el objetivo de formar una red constituida por veinte delatores en cada batallón de trabajadores.
Los militares emplearon torturas y amenazas con el fin de captar confidentes entre los reclusos. Existen muchos testimonios denunciando que los propios sacerdotes ayudaban a los represores en esta labor, vulnerando el secreto de confesión para delatar e incriminar a personas desafectas.
Todo ello, sembraba la desconfianza en los campos y repercutía en la moral de los detenidos, aunque éstos trataron siempre de contrarrestar el miedo a sus captores con acciones de resistencia, incluso protagonizando numerosas fugas y de solidaridad entre ellos. Sirva como ejemplo compartir la escasa comida, ayudar en los trabajos a los más débiles o cuidar a los enfermos.
EL ADOCTRINAMIENTO
Una de las grandes misiones para las que se constituyeron los campos de concentración fue la reeducación de los internos, al menos de los considerados recuperables para la causa nacionalista.
Se utilizaron técnicas de sometimiento, humillación, propaganda y lavado de cerebro con el fin de lograr la progresiva deshumanización de los cautivos. Cada día eran obligados a formar un mínimo de tres veces, cantar el Cara al sol y otros himnos franquistas, así como saludar al modo fascista.
La figura del capellán era imprescindible en los campos de concentración. Se dio una identificación absoluta de métodos y objetivos entre la Iglesia, los golpistas y la posterior dictadura.
Los sacerdotes lanzaban amenazantes sermones a los prisioneros, resaltando su condición de rojos en las diversas clases patrióticas que impartían. No se respetaba en ningún momento la libertad religiosa de los detenidos.
La asistencia a misa era obligatoria, siendo la conversión de los internos uno de los principales objetivos. Un bautizo o primera comunión eran celebrados como un gran triunfo que era comunicado al mismísimo Franco.
El Centro de Documentación de la Resistencia Austriaca recogió testimonios de brigadistas internacionales que fueron coaccionados a oír misa a fuerza de latigazos y patadas.
El jesuita José Ángel Delgado Iribarren dice “En esos campos se les sometía a un régimen de vigilancia y reeducación, con la esperanza de reincorporarles un día a la vida social….”.
Después de sacarles la ficha clasificadora se les encuadraba en los batallones de trabajadores, donde se prolongaba esta labor, que podríamos llamar de desinfección, en el orden político y religioso.
LA PSIQUIATRIA FRANQUISTA
Los brigadistas internados en San Pedro de Cardeña fueron obligados a participar en estudios seudocientíficos preparados por Antonio Vallejo-Nájera, jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares del Ejército de Franco y conocido como “el Mengele español”. En esta labor fue ayudado por dos médicos, un criminólogo y dos asesores científicos alemanes.
Durante meses, los prisioneros sujetos a investigación fueron fotografiados, sometidos a la medición del cráneo y de otras partes del cuerpo, a pruebas de estrés y cuestionarios personales y de inteligencia.
Los resultados sirvieron para dar legitimidad a las extravagantes teorías de Vallejo-Nájera, coincidentes con las teorías eugenésicas y racistas entonces en boga en determinados círculos académicos, y con los preceptos del nacionalsocialismoalemán.
Este pseudopsiquiatra ya había escrito sobre:
- La regeneración de la raza española.
- La necesidad de una higiene racial y moral. Llegó incluso a sostener la existencia de un gen rojo, doctrinas, que acabarían justificando el exterminio que ejecutaría el franquismo y su tarea de reeducación y separación de niños de sus familias rojas para evitar que desarrollaran la enfermedad marxista.
Para Vallejo Nájera la democracia y el sufragio universal habían provocado la degeneración de las masas, como probaban los datos extraídos de esta investigación, que atribuían todo tipo de deficiencias y patologías a los brigadistas. Estas habían sido provocadas por el medio ambiente cultural y social norteamericano y el ambiente social sensual y pagano resultante.
Los internos de San Pedro también tuvieron que sufrir otras humillaciones. La prensa nacionalista publicó diversos reportajes sobre el campo de concentración de los soldados rojos de las Brigadas Internacionales, donde se calificaba a esos prisioneros de degenerados y criminales.
El Departamento Nacional de Cinematografía rodó allí un documental de propaganda con abundancia de primeros planos de los reclusos con apariencia asiática, mestiza, africana, etc. en secuencias de carácter degradante para éstos. La película terminaba con un cautivo realizando el saludo fascista con la mano extendida.
LA IGLESIA Y LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN
Muchos edificios religiosos también fueron utilizados con este fin como hemos estado leyendo. Debemos mencionar el monasterio de San Salvador de Celorio en Asturias, el monasterio de la Merced de Huete en Cuenca, el de la Caridad en Ciudad Rodrigo provincia de Salamanca o el de San Clodio, en Ourense.
La Iglesia jugó un papel fundamental y muy activo como estamos viendo en esta tarea reeducativa de los prisioneros republicanos. Se reflejó claramente en los campos de concentración la identificación absoluta de métodos y objetivos entre la iglesia católica, los golpistas y la posterior dictadura.
La función del capellán nunca se echó de menos en estos recintos. Los sacerdotes lanzaban agresivos y amenazantes sermones a los prisioneros y ejercían de profesores en las clases patrióticas.
Los campos de concentración de Franco
Se investigaba a cada prisionero pidiendo información a alcaldes, curas y guardias civiles de la zona en la que vivían. Estos, a continuación, emitían un informe que enviaban al campo de concentración. Este informe determinaba el futuro de los prisioneros. Ir a misa por ejemplo determinaba la frontera entre la vida y la muerte de una persona.
Un informe de la IV Capitanía General con base en Barcelona decía que la iglesia católica y sus representantes en los campos de concentración, los capellanes, tuvieron una fuerza y un poder desmesurado ante la tarea reeducadora y punitiva.
Paul Winzer, el nazi
Algunos historiadores han señalado a funcionarios nazis de la Gestapo como los organizadores de la red de campos de concentración franquistas. Se inspiraron en los campos de concentración de la propia Alemania nazi para el diseño de los españoles.
Entre aquellos oficiales nazis destacó especialmente Paul Winzer, jefe de la Gestapo en España y jefe durante algún tiempo del campo de concentración de Miranda de Ebro. Algunos historiadores van más allá e incluso sostienen que fue Winzer el verdadero autor de toda la organización de los campos de concentración franquistas.
La cabeza pensante del nazismo le eligió para ser el hombre de la Gestapo en España. Como jefe de la policía secreta nazi tenía la misión de vigilar y mantener a raya a todos los enemigos.
Paul Winzer decía: crearemos campos de concentración para vagos y maleantes, para políticos, para masones y judíos, para los enemigos de la patria, el pan y la justicia. En el territorio nacional no puede quedar un solo judío, ni un masón, ni un rojo.
Paul Winzer fue elegido por el régimen de Franco para crear y dirigir el campo de concentración de Miranda de Ebro en la provincia de Burgos, un lugar que tiene el dudoso honor de ser el último campo de concentración que existió en España.
Cerró sus puertas en el año 1947. Pasaron por él unas 65.000 personas en sus diez años de existencia. Hoy no queda nada, sólo algunas tapias y ladrillos mal puestos. Su existencia ha desaparecido pero su legado ahí está.
Uno de los encarcelados, Félix Padín, decía “No sé cómo salí vivo de allí. Intentaban engañarnos para que dijéramos que habíamos matado a gente. Algunos salían al campo y no volvían. Dormíamos en el suelo, en unos barracones sin ventanas. Había piojos por todos lados. Pasábamos hambre. Hubiera sido mejor que nos fusilaran el primer día”.
Llegó a la irracional conclusión de que existía una alta incidencia de ese fanatismo político de izquierdas en lo que él llamó inferiores mentales. Según sus palabras “fomentan complejos de rencor y resentimiento que se traducen en una conducta antisocial”.
Esas ideas, como él mismo defendió, se podían tratar en lugares concretos en los que se reeducaran estas conductas que, según sus tesis, afectaba más a mujeres que a hombres debido a que ellas tienen más tendencia a la inestabilidad.
Decía que las mujeres padecen “labilidad psíquica” y concluía que “ellas tienen una irritabilidad propia de la personalidad femenina”. A ese campo de concentración acudían normalmente agentes de la Gestapo para vigilar los progresos que se hacían.
Tomaron buena nota de ellos a tenor de que sus campos de concentración durante la II Guerra Mundial fueron los peores que hayan existido jamás. A ellos se añadió el concepto de raza unido al hecho de que profesaban unas ideas distintas.
A Paul Winzer se le perdió la pista para siempre en 1945 cuando se encontraba en algún lugar de España. Fue uno de los hombres señalados por Heinrich Himmler, que era el hombre que tomó la determinación de la “solución final, como consecuencia de esto se produjeron millones de asesinatos en los campos de concentración nazis.
NOTA FINAL
Debemos saber que fue el general español Valeriano Weyler el que puso en práctica los campos de concentración. Concentró a los campesinos de Cuba que pedían la independencia.
Hasta un tercio de la población de Cuba pudo fallecer en estos lugares, en donde existían unas condiciones higiénicas terribles y una alimentación insuficiente. El historiador, Miguel Leal Cruz, cifra el número de fallecidos que pudo oscilar entre los 300.000 y 600.000. Los ingleses en la represión de los boers en Sudáfrica y los nazis en la represión de los judíos tomaron buena nota del éxito de Weyler.
Se investigaba a cada prisionero pidiendo información a alcaldes, curas y guardias civiles de la zona en la que vivían. Estos, a continuación, emitían un informe que enviaban al campo de concentración. Este informe determinaba el futuro de los prisioneros. Ir a misa por ejemplo determinaba la frontera entre la vida y la muerte de una persona.
Un informe de la IV Capitanía General con base en Barcelona decía que la iglesia católica y sus representantes en los campos de concentración, los capellanes, tuvieron una fuerza y un poder desmesurado ante la tarea reeducadora y punitiva.
Paul Winzer, el nazi
Algunos historiadores han señalado a funcionarios nazis de la Gestapo como los organizadores de la red de campos de concentración franquistas. Se inspiraron en los campos de concentración de la propia Alemania nazi para el diseño de los españoles.
Entre aquellos oficiales nazis destacó especialmente Paul Winzer, jefe de la Gestapo en España y jefe durante algún tiempo del campo de concentración de Miranda de Ebro. Algunos historiadores van más allá e incluso sostienen que fue Winzer el verdadero autor de toda la organización de los campos de concentración franquistas.
La cabeza pensante del nazismo le eligió para ser el hombre de la Gestapo en España. Como jefe de la policía secreta nazi tenía la misión de vigilar y mantener a raya a todos los enemigos.
Paul Winzer decía: crearemos campos de concentración para vagos y maleantes, para políticos, para masones y judíos, para los enemigos de la patria, el pan y la justicia. En el territorio nacional no puede quedar un solo judío, ni un masón, ni un rojo.
Paul Winzer fue elegido por el régimen de Franco para crear y dirigir el campo de concentración de Miranda de Ebro en la provincia de Burgos, un lugar que tiene el dudoso honor de ser el último campo de concentración que existió en España.
Cerró sus puertas en el año 1947. Pasaron por él unas 65.000 personas en sus diez años de existencia. Hoy no queda nada, sólo algunas tapias y ladrillos mal puestos. Su existencia ha desaparecido pero su legado ahí está.
Uno de los encarcelados, Félix Padín, decía “No sé cómo salí vivo de allí. Intentaban engañarnos para que dijéramos que habíamos matado a gente. Algunos salían al campo y no volvían. Dormíamos en el suelo, en unos barracones sin ventanas. Había piojos por todos lados. Pasábamos hambre. Hubiera sido mejor que nos fusilaran el primer día”.
Llegó a la irracional conclusión de que existía una alta incidencia de ese fanatismo político de izquierdas en lo que él llamó inferiores mentales. Según sus palabras “fomentan complejos de rencor y resentimiento que se traducen en una conducta antisocial”.
Esas ideas, como él mismo defendió, se podían tratar en lugares concretos en los que se reeducaran estas conductas que, según sus tesis, afectaba más a mujeres que a hombres debido a que ellas tienen más tendencia a la inestabilidad.
Decía que las mujeres padecen “labilidad psíquica” y concluía que “ellas tienen una irritabilidad propia de la personalidad femenina”. A ese campo de concentración acudían normalmente agentes de la Gestapo para vigilar los progresos que se hacían.
Tomaron buena nota de ellos a tenor de que sus campos de concentración durante la II Guerra Mundial fueron los peores que hayan existido jamás. A ellos se añadió el concepto de raza unido al hecho de que profesaban unas ideas distintas.
A Paul Winzer se le perdió la pista para siempre en 1945 cuando se encontraba en algún lugar de España. Fue uno de los hombres señalados por Heinrich Himmler, que era el hombre que tomó la determinación de la “solución final, como consecuencia de esto se produjeron millones de asesinatos en los campos de concentración nazis.
NOTA FINAL
Debemos saber que fue el general español Valeriano Weyler el que puso en práctica los campos de concentración. Concentró a los campesinos de Cuba que pedían la independencia.
Hasta un tercio de la población de Cuba pudo fallecer en estos lugares, en donde existían unas condiciones higiénicas terribles y una alimentación insuficiente. El historiador, Miguel Leal Cruz, cifra el número de fallecidos que pudo oscilar entre los 300.000 y 600.000. Los ingleses en la represión de los boers en Sudáfrica y los nazis en la represión de los judíos tomaron buena nota del éxito de Weyler.
CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN ALGUNAS PROVINCIAS ESPAÑOLAS
Vamos a ver los que existían en tres provincias.
CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN NAVARRA
TAFALLA
Campo estable. Ubicado en la Academia Militar. Tenía capacidad para 1.000 prisioneros. Funcionó, al menos, entre marzo y mayo de 1939. El edificio fue destruido. Tuvo hasta mil prisioneros.
PAMPLONA
Campo de larga duración. Era un complejo cuyo campo central fue el convento de La Merced. En Pamplona también se empleó el Seminario y la Ciudadela. Llegó a albergar a 2.800 prisioneros, cuando su capacidad máxima era de 1.200. Existió entre junio de 1937 y junio de 1939. De estos tres edificios solo se conserva la Ciudadela.
f4El convento de La Merced de Pamplona antes de ser utilizado como campo de concentración franquista
AYEGUI
Fue un campo de larga duración. Estaba ubicado en el monasterio de Irache y en una antigua industria abandonada a orillas del río Arga, llamada la Casa Blanca. Tenía capacidad máxima para mil prisioneros. El algunos momentos también se empleó un edificio que pertenecía a los Salesianos. Estuvo operativo entre junio del año 1937 y mayo del año 1939.
CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN TARRAGONA
TARRAGONA
Fue un estable. Ubicado en el Convento de los Carmelitas Descalzos, conocido como La Punxa, y en el edificio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana. Congregó a más de 1.000 prisioneros. Operó entre enero y julio de 1939 que pasó a ser prisión habilitada. La Punxa continúa hoy acogiendo a carmelitas descalzos.
REUS
Campo de larga duración. En sus primeros seis meses de funcionamiento cambió, al menos, tres veces de sede, hasta encontrar su ubicación definitiva en el cuartel de caballería situado en el centro de la ciudad. Llegó a tener una capacidad de 3.000 prisioneros. Operó entre enero de 1939 y julio de 1942. El lugar que ocupó el edificio se situaría en la actual Plaça de la Llibertat.
CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN ZARAGOZA
ZARAGOZA
Campo de larga duración. Ubicado junto al campo de maniobras de San Gregorio, en los locales de la Academia General Militar de Zaragoza que había sido clausurada durante la II República. Superó con creces su capacidad de 2.000 prisioneros. Operó, al menos, entre diciembre del año 1936 y febrero del año 1939. Hoy vuelve a ser la sede de la Academia General Militar.
CARIÑENA
Campo de concentración provisional y de evacuación. No se sabe cuál fue su localización exacta. Su duración fue corta entre los meses de marzo y abril del año 1938.
CASPE
Campo, aparentemente, estable y de evacuación. Ubicación desconocida. Operó, al menos, entre marzo y diciembre del año 1938.
CALATAYUD
Campo estable. En el Cuartel de Artillería. Su capacidad máxima era de 300 prisioneros, aunque llegó a doblarla. Operó, al menos, entre enero del año 1938 y mayo del año 1939. Hoy el edificio es la sede de la Academia de Logística del Ejército de Tierra.
ATECA
Campo estable. Ubicación desconocida. Operó, al menos, entre marzo y junio de 1939, aunque en el año 1937 ya había varios depósitos de prisioneros en la localidad.
Vamos a ver los que existían en tres provincias.
CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN NAVARRA
TAFALLA
Campo estable. Ubicado en la Academia Militar. Tenía capacidad para 1.000 prisioneros. Funcionó, al menos, entre marzo y mayo de 1939. El edificio fue destruido. Tuvo hasta mil prisioneros.
PAMPLONA
Campo de larga duración. Era un complejo cuyo campo central fue el convento de La Merced. En Pamplona también se empleó el Seminario y la Ciudadela. Llegó a albergar a 2.800 prisioneros, cuando su capacidad máxima era de 1.200. Existió entre junio de 1937 y junio de 1939. De estos tres edificios solo se conserva la Ciudadela.
f4El convento de La Merced de Pamplona antes de ser utilizado como campo de concentración franquista
AYEGUI
Fue un campo de larga duración. Estaba ubicado en el monasterio de Irache y en una antigua industria abandonada a orillas del río Arga, llamada la Casa Blanca. Tenía capacidad máxima para mil prisioneros. El algunos momentos también se empleó un edificio que pertenecía a los Salesianos. Estuvo operativo entre junio del año 1937 y mayo del año 1939.
CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN TARRAGONA
TARRAGONA
Fue un estable. Ubicado en el Convento de los Carmelitas Descalzos, conocido como La Punxa, y en el edificio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana. Congregó a más de 1.000 prisioneros. Operó entre enero y julio de 1939 que pasó a ser prisión habilitada. La Punxa continúa hoy acogiendo a carmelitas descalzos.
REUS
Campo de larga duración. En sus primeros seis meses de funcionamiento cambió, al menos, tres veces de sede, hasta encontrar su ubicación definitiva en el cuartel de caballería situado en el centro de la ciudad. Llegó a tener una capacidad de 3.000 prisioneros. Operó entre enero de 1939 y julio de 1942. El lugar que ocupó el edificio se situaría en la actual Plaça de la Llibertat.
CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN ZARAGOZA
ZARAGOZA
Campo de larga duración. Ubicado junto al campo de maniobras de San Gregorio, en los locales de la Academia General Militar de Zaragoza que había sido clausurada durante la II República. Superó con creces su capacidad de 2.000 prisioneros. Operó, al menos, entre diciembre del año 1936 y febrero del año 1939. Hoy vuelve a ser la sede de la Academia General Militar.
CARIÑENA
Campo de concentración provisional y de evacuación. No se sabe cuál fue su localización exacta. Su duración fue corta entre los meses de marzo y abril del año 1938.
CASPE
Campo, aparentemente, estable y de evacuación. Ubicación desconocida. Operó, al menos, entre marzo y diciembre del año 1938.
CALATAYUD
Campo estable. En el Cuartel de Artillería. Su capacidad máxima era de 300 prisioneros, aunque llegó a doblarla. Operó, al menos, entre enero del año 1938 y mayo del año 1939. Hoy el edificio es la sede de la Academia de Logística del Ejército de Tierra.
ATECA
Campo estable. Ubicación desconocida. Operó, al menos, entre marzo y junio de 1939, aunque en el año 1937 ya había varios depósitos de prisioneros en la localidad.