Casi nadie da nada. "Dar", tiene mérito, y despés le ponemos matices, por ejemplo: dar dinero, dar tu tiempo, dar tu vida...
El pasaje "Es más facil que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre el reino de los cielos", continúa.. "Y le dicen los apóstoles, Señor, entonces ¿quien puede salvarse?, y les contesta: para Dios no hay nada imposible".
Para la inmensa mayoría es imposible seguir la enseñanzas de Cristo al pie de la letra, pero tenemos la obligación de intentarlo, a lo largo del camino de nuestra vida, y "el que persevere hasta el fin, se salvará".
El que no está dispuesto a oir, no cambiará, porque no quiere.
El rico Epulón, dice el evangelio, que estando en el infierno comprendió el mal que había hecho y suplicaba una gota de agua. Le contestaron que eso era imposible porque entre los que están en el infierno y los que están en el cielo existe una separación tal que hace imposible que nadie te ayude.
Entonces, el rico Epulón dice "Señor, déjame que pueda avisar a mi familia de que cambien de conducta, que están equivocados. Si me vuelven a ver y les advierto, me creerán". Y le contesta "no creerán ni aunque resucite un muerto".
Siempre es lo mismo, porque el mal es el mismo.
Adán y Eva "no debían probar aquél fruto" pero quisieron poner ellos la ley. Si ponían ellos la ley, entonces serían como Dios.
Hoy pasa lo mismo, actuamos sin ley, porque molesta, y nos decimos: "yo diré lo que está bien y lo que está mal para mi".
El pasaje "Es más facil que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre el reino de los cielos", continúa.. "Y le dicen los apóstoles, Señor, entonces ¿quien puede salvarse?, y les contesta: para Dios no hay nada imposible".
Para la inmensa mayoría es imposible seguir la enseñanzas de Cristo al pie de la letra, pero tenemos la obligación de intentarlo, a lo largo del camino de nuestra vida, y "el que persevere hasta el fin, se salvará".
El que no está dispuesto a oir, no cambiará, porque no quiere.
El rico Epulón, dice el evangelio, que estando en el infierno comprendió el mal que había hecho y suplicaba una gota de agua. Le contestaron que eso era imposible porque entre los que están en el infierno y los que están en el cielo existe una separación tal que hace imposible que nadie te ayude.
Entonces, el rico Epulón dice "Señor, déjame que pueda avisar a mi familia de que cambien de conducta, que están equivocados. Si me vuelven a ver y les advierto, me creerán". Y le contesta "no creerán ni aunque resucite un muerto".
Siempre es lo mismo, porque el mal es el mismo.
Adán y Eva "no debían probar aquél fruto" pero quisieron poner ellos la ley. Si ponían ellos la ley, entonces serían como Dios.
Hoy pasa lo mismo, actuamos sin ley, porque molesta, y nos decimos: "yo diré lo que está bien y lo que está mal para mi".