Mejor se puede disculpar el que se muere de miedo, que el que de miedo se mata: porque allí obra sin culpa la naturaleza; y en éste, con delito y culpa, el discurso apocado y vil.
La posesión de la
salud es como la de la hacienda, que se goza gastándola, y si no se gasta, no se goza.
Muchos son los buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a su conciencia.
El general ha de ser considerado, y el soldado obediente.
(Quevedo)