NO HAY TIEMPO PARA LLORAR EN EL MAR.
No te pares marinero cuando llegue la galerna, en tu mundo aventurero la vida puede ser plena. No hay tiempo para llorar me comentaba mi madre, y no debes implorar a fantasmas de la tarde. El mar no guarda silencio cuando las olas se agitan, no quieras sentirte necio ni ver que de noche gritan. Las horas son solo el rumbo de navegar por los mares, marinero de este mundo controla tus soledades. El Cantábrico se agita con sus fuerzas naturales, y mi corazón palpita entre signos muy fatales. No hay tiempo para llorar con el mar embravecido, de poco vale implorar si tienes todo perdido. El barco dando vaivenes, entre gritos escogidos, la noche viene llegando sin avisos distinguidos. Las nubes se van formando, ¿dios mío cuanto delirio?, las olas nos van llegando para dejar su martirio. Miramos la lejanía entre nubes distinguidas, que a veces solo descubres las galernas destructivas. El horizonte lejano es la tierra que nos mira, donde queda algún humano que los abismo admira. Cantábrico de pesares con tu eterna melodía, pudieras soltar cantares que nos dieran alegría. La noche va caminando, muy lejos nos queda el día, algún faro va dejando luces que dan armonía. Viendo la costa lejana que impone su fantasía, será buena la mañana si no nos da la agonía. Por los caminos del mundo existen penosos días, y nada parece absurdo, aunque las noches sean frías. No quieras mirar al cielo, ni gritar la mar es mía, ni soñar con el consuelo de una nueva melodía. Acantilados de muerte, sombras en la luz del día, a veces sirve la suerte y triunfa la fantasía.
G X Cantalapiedra.
No te pares marinero cuando llegue la galerna, en tu mundo aventurero la vida puede ser plena. No hay tiempo para llorar me comentaba mi madre, y no debes implorar a fantasmas de la tarde. El mar no guarda silencio cuando las olas se agitan, no quieras sentirte necio ni ver que de noche gritan. Las horas son solo el rumbo de navegar por los mares, marinero de este mundo controla tus soledades. El Cantábrico se agita con sus fuerzas naturales, y mi corazón palpita entre signos muy fatales. No hay tiempo para llorar con el mar embravecido, de poco vale implorar si tienes todo perdido. El barco dando vaivenes, entre gritos escogidos, la noche viene llegando sin avisos distinguidos. Las nubes se van formando, ¿dios mío cuanto delirio?, las olas nos van llegando para dejar su martirio. Miramos la lejanía entre nubes distinguidas, que a veces solo descubres las galernas destructivas. El horizonte lejano es la tierra que nos mira, donde queda algún humano que los abismo admira. Cantábrico de pesares con tu eterna melodía, pudieras soltar cantares que nos dieran alegría. La noche va caminando, muy lejos nos queda el día, algún faro va dejando luces que dan armonía. Viendo la costa lejana que impone su fantasía, será buena la mañana si no nos da la agonía. Por los caminos del mundo existen penosos días, y nada parece absurdo, aunque las noches sean frías. No quieras mirar al cielo, ni gritar la mar es mía, ni soñar con el consuelo de una nueva melodía. Acantilados de muerte, sombras en la luz del día, a veces sirve la suerte y triunfa la fantasía.
G X Cantalapiedra.