By Enric Ribera Gabandé
Purga de restaurantes. Van quedando los mejores. Triunfan los que se refugian en lo tradicional…Estos y muchos titulares más caben, perfectamente, en el contexto general definitorio del momento actual que vive el sector restaurador español. La crisis está bajando los humos a muchos cracks de la cocina de nuestro país que en los últimos años los ha llevado a vivir una especie de cuento de hadas.
Junto con el deporte de máxima competición, los restaurantes regentados por famosos chefs, han sido los que han cosechado los mayores éxitos profesionales nacionales. Desde que empezó la crisis, algunos laureados con estrella Michelin han puesto el cierre definitivo a su actividad. Entre otros, Amparo, y Príncipe de Viana (Madrid), Drolma (Barcelona), La Alquería (Sevilla), y Ca Sento (Valencia).
La recesión que le toca vivir a España desde que empezará la caída del sector del tocho, con los predilectos y opíparos menús que degustaban algunos nuevos ricos de aquélla dorada época de la construcción, han llevado a dibujar al sector restaurador un nuevo panorama culinario, donde los menús de tres guarismos en la nota han dejado paso a escasos dos, y muy bajos en numeración cifrada.
Ello ha conducido a que la gastronomía española sea uno de los escasos artículos de lujo que está padeciendo la crisis, con un obligado retorno a todo aquello que habíamos olvidado durante un largo periodo de tiempo y que se conoce como tradicional, huyendo, a la vez, con la máxima velocidad posible de algunos platos pintados de mil colores y de minutas que su precio llegaba a convertir en mejores los sabores culinarios presentados al comensal.
Andoni Aduriz dice al respecto en el rotativo “El País” que, “lo malo es que entremos también en un ciclo de recesión de ideas que venga implantando a partes iguales por desánimo y la necesidad”. Por su parte, el chef Falsarius se muestra duro y escéptico a la vez en el reportaje de Jesús Ruíz Mantilla que publica este periódico, arguyendo que “desde el principio me di cuenta de que en esto de la cocina era mucho mayor el número de torpes que el de habilidosos”.
Es cierto, por otra parte, que yo me he cansado de oír en los últimos años a chefs de primera división francesa, decir que la “nouvelle cuisine” española de los Adrià y sus secuaces, era algo pasajero, que estaba sujeta a una moda, y que como todas las modas no tardará en desaparecer, ¡como está mandado! La crisis y la recesión, es también cierto, ha precipitado esta caída. Bienvenida de nuevo la cocina tradicional, la de los sabores de la infancia, la de los olores cautivadores, la de los precios racionales, exclaman los más nostálgicos del lugar ¡Qué viva el sabio recetario nacional!, digo yo.
E. mail: riberaenric@telefonica. net
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La recesión que le toca vivir a España desde que empezará la caída del sector del tocho, con los predilectos y opíparos menús que degustaban algunos nuevos ricos de aquélla dorada época de la construcción, han llevado a dibujar al sector restaurador un nuevo panorama culinario, donde los menús de tres guarismos en la nota han dejado paso a escasos dos, y muy bajos en numeración cifrada.
Ello ha conducido a que la gastronomía española sea uno de los escasos artículos de lujo que está padeciendo la crisis, con un obligado retorno a todo aquello que habíamos olvidado durante un largo periodo de tiempo y que se conoce como tradicional, huyendo, a la vez, con la máxima velocidad posible de algunos platos pintados de mil colores y de minutas que su precio llegaba a convertir en mejores los sabores culinarios presentados al comensal.
Andoni Aduriz dice al respecto en el rotativo “El País” que, “lo malo es que entremos también en un ciclo de recesión de ideas que venga implantando a partes iguales por desánimo y la necesidad”. Por su parte, el chef Falsarius se muestra duro y escéptico a la vez en el reportaje de Jesús Ruíz Mantilla que publica este periódico, arguyendo que “desde el principio me di cuenta de que en esto de la cocina era mucho mayor el número de torpes que el de habilidosos”.
Es cierto, por otra parte, que yo me he cansado de oír en los últimos años a chefs de primera división francesa, decir que la “nouvelle cuisine” española de los Adrià y sus secuaces, era algo pasajero, que estaba sujeta a una moda, y que como todas las modas no tardará en desaparecer, ¡como está mandado! La crisis y la recesión, es también cierto, ha precipitado esta caída. Bienvenida de nuevo la cocina tradicional, la de los sabores de la infancia, la de los olores cautivadores, la de los precios racionales, exclaman los más nostálgicos del lugar ¡Qué viva el sabio recetario nacional!, digo yo.
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