los invitados admiraban la suculencia y variedad de los manjares preparados para la ocasión, la suntuosa decoración de la mesa destinada al banquete, los preciosos y coloridos tapices colgados con sus reflejos marinos que iluminaban las salas. Al pisar las alfombras se sentía una suavidad y esponjosidad increíble. Parecía que les habían transportado a un mundo imaginario donde todo era lujo, brillos y suavidad. Como si aquello hubiera salido de un cuento como este que os estoy contando ahora. Irrealidad ... (ver texto completo)