-Hay que entender que no es mi madre. Lo sé, y por eso me trata así. Me odia y yo tampoco la quiero pues parece que cuando más feliz soy ella intenta hacerme la vida imposible. ¡Quien quiera que la pusiera ese nombre, acertó! ¡Ortiga, mas que ortiga!- y pisoteó una planta de ortiga de verdad que la rozó la piel y la produjo una urticaria. Empezó a quemarle la piel y de pronto todo el cuerpo se le llenó de habones. Su abuela se asustó y llamó al doctor, pero la niña yacía en cama con mucha fiebre y nada de lo que le daba el médico le hacía mejorar a la niña. No la muevas y aplícale estos paños húmedos para refrescarle el rostro.