Erase una vez, una dama que viajaba siempre sola, sin mas equipaje que ella misma
en su camino habitaba el rey de la soledad, su interior era totalmente solitario, pero a pesar de esto andaba y andaba.
La multitud la miraba, la rodeaban, la acorralaban y esta se mantenía en la soledad, sin ver, sin oir, sin hablar, tan solo ha veces, solo a veces se paraba a escuchar el latido del silencioso silencio, y en su soledad se sentía libre, capaz, fuerte, pues se había creado un caparazón de cristal en el cual se intentaba refujiar de envenados, de envidias, de odios y de algo mas.
El amor.
Tan cruel destino, y tan dulce a la vez, estaba protegida y enamorada del tiempo, de un infinito inmenso mas hay...
en su camino habitaba el rey de la soledad, su interior era totalmente solitario, pero a pesar de esto andaba y andaba.
La multitud la miraba, la rodeaban, la acorralaban y esta se mantenía en la soledad, sin ver, sin oir, sin hablar, tan solo ha veces, solo a veces se paraba a escuchar el latido del silencioso silencio, y en su soledad se sentía libre, capaz, fuerte, pues se había creado un caparazón de cristal en el cual se intentaba refujiar de envenados, de envidias, de odios y de algo mas.
El amor.
Tan cruel destino, y tan dulce a la vez, estaba protegida y enamorada del tiempo, de un infinito inmenso mas hay...