Los señores del castillo enviaron a sus siervos a que hiciesen el encargo. Debían arrebarles la niña. Y para esa acción enviaron cuatro sirvientes. Dos de ellos deberían tirar chinitas a la ventana y armar algo de jaleo delante de la puerta. Los otros dos, mientras entrarían y raptarían a la pequeña. Y así lo hicieron. Pero la niña lloraba y para que no la oyesen le taparon la boca.
Cuando llegaron al castillo, la pequeña estaba roja de ira. No podían callarla por más que lo intentaban.
Mientras habían dejado un agudo dolor pues la niña era su don más preciado y no sabían cómo, pero la niña había desaparecido de su pequeña casa. Estuvieron buscando toda la noche sin descanso mas no la encontraron. Tenían el alma rota por la pérdida de la pequeña cuando más felices estaban con su llegada.
Cuando llegaron al castillo, la pequeña estaba roja de ira. No podían callarla por más que lo intentaban.
Mientras habían dejado un agudo dolor pues la niña era su don más preciado y no sabían cómo, pero la niña había desaparecido de su pequeña casa. Estuvieron buscando toda la noche sin descanso mas no la encontraron. Tenían el alma rota por la pérdida de la pequeña cuando más felices estaban con su llegada.