Luis del Val.
Esto del feminismo tiene sus cosas buenas y, otras, que me preocupan. Por ejemplo, lo de la cuota de mitad y mitad, que ayer se anunció con tanto orgullo, me llena de esperanzas, porque es una injusticia evidente, por ejemplo, que en las guerras mueran tantos hombres y tan poquísimas mujeres. En los barcos de pesca resulta escandalosa la discriminación que hay contra la mujer, y espero que la nueva ley de Paridad obligue a que sólo el cincuenta por ciento de los hombres formen parte de la tripulación, y el otro cincuenta por ciento sean mujeres. Incluso tengo pensado escribir un relato, donde el marido de la pescadora aguarda en el puerto, con inmenso dolor, el regreso del barco que dicen que ha naufragado, y donde pescaba su esposa. Asimismo, aguardo la revolución que impondrá este gobierno feminista en el gremio de la construcción, donde injustamente, hasta ahora, no hay mujeres en los andamios, pero queda poco puesto que, con la nueva ley la mitad de los albañiles serán mujeres. Bueno, para compensar, espero que por ley se obligue a las escuelas de párvulos y guarderías infantiles a que el 50% de los puestos del profesorado sean para los hombres. Y por la misma razón, a las numerosas minas de potasa, de zinc, de cobre y de carbón que hay en España, podrán bajar a las galerías subterráneas cientos de mujeres que, hasta ahora, estaban indebidamente discriminadas.
Esto del feminismo tiene sus cosas buenas y, otras, que me preocupan. Por ejemplo, lo de la cuota de mitad y mitad, que ayer se anunció con tanto orgullo, me llena de esperanzas, porque es una injusticia evidente, por ejemplo, que en las guerras mueran tantos hombres y tan poquísimas mujeres. En los barcos de pesca resulta escandalosa la discriminación que hay contra la mujer, y espero que la nueva ley de Paridad obligue a que sólo el cincuenta por ciento de los hombres formen parte de la tripulación, y el otro cincuenta por ciento sean mujeres. Incluso tengo pensado escribir un relato, donde el marido de la pescadora aguarda en el puerto, con inmenso dolor, el regreso del barco que dicen que ha naufragado, y donde pescaba su esposa. Asimismo, aguardo la revolución que impondrá este gobierno feminista en el gremio de la construcción, donde injustamente, hasta ahora, no hay mujeres en los andamios, pero queda poco puesto que, con la nueva ley la mitad de los albañiles serán mujeres. Bueno, para compensar, espero que por ley se obligue a las escuelas de párvulos y guarderías infantiles a que el 50% de los puestos del profesorado sean para los hombres. Y por la misma razón, a las numerosas minas de potasa, de zinc, de cobre y de carbón que hay en España, podrán bajar a las galerías subterráneas cientos de mujeres que, hasta ahora, estaban indebidamente discriminadas.