Cierto mi estimada Antonía, eran, éramos muchos mas. Y digo: ÉRAMOS, porque yo me convertiría en uno de ellos, y, largos años, cuando solo pensaba en unos meses.
Sería, una experiencia única en mi mida: cruel pero instructiva, sobre lo que, un sexto sentido me enviaba ondas... me quedé. Me quedé allende los Pirineos, entre los millares que portarían aquellas entrañables maletas de cartón, que cruzarían los Pirineos. Si, yo me convertí en uno de esos, que mantuvimos, con los turistas, y algunas toneladas de naranjas (de las buenas, las malas se consumían en la Madre Patria) y las divisas que aportábamos, para que encordara, la frágil economía, de la dictadura. Yo aprendí, lo que ya intuía, aún en el lugar en que me encontraba... cómodo, pero inquieto.
Me quedé aún joven, y, a las preguntas que me hacía, a las que me hacía a menudo, hallaría respuesta: Que eramos un país de miseria. Y no solamente eso: que vivíamos con la lengua amordazada. Y que la dictadura era cruel, y que apenas nos enterábamos, de nada.
Muchos mas que los que tu dices, en Francia, Eso sin contar, a los maltratados, que llegarían, años antes, cuando el dictador, les perseguiría con saña. Y, que para mayor desgracia, les caerían luego encima las calamidades del fascismo.
Recogí mi atada, bien repleta de experiencia, y de nuevo aquí... inquieto y desconcertado (aún vivía el dictador, amado por demasiados y esto era lo malo: que cada cual piense lo que quiera) viera como fuera y dentro, crecían los sueños de libertad, Y llegó. Y llegó, tímidamente lo que muchos queríamos que llegara.
Esa misma timidez. hoy la estamos sufriendo, tal vez porque no hemos sabido, o no queremos entendernos... y porque las viejas heridas, por mucho que algunos se empeñen, no se curan. Es decir: las heridas se cerraron en falso, y, todo por aquella nefasta dictadura, con sus crímenes que aún reclaman justicia.
Me he permitido una de mis poesías en el apartado poesía, donde, me desnudo, condenando tanto horror, y tras este, las tristezas, las penurias; como consecuencia del mismo.
Saludos.
Por esto mismo: SOY SOLIDARIO CON EL JUEZ GARZON
Sería, una experiencia única en mi mida: cruel pero instructiva, sobre lo que, un sexto sentido me enviaba ondas... me quedé. Me quedé allende los Pirineos, entre los millares que portarían aquellas entrañables maletas de cartón, que cruzarían los Pirineos. Si, yo me convertí en uno de esos, que mantuvimos, con los turistas, y algunas toneladas de naranjas (de las buenas, las malas se consumían en la Madre Patria) y las divisas que aportábamos, para que encordara, la frágil economía, de la dictadura. Yo aprendí, lo que ya intuía, aún en el lugar en que me encontraba... cómodo, pero inquieto.
Me quedé aún joven, y, a las preguntas que me hacía, a las que me hacía a menudo, hallaría respuesta: Que eramos un país de miseria. Y no solamente eso: que vivíamos con la lengua amordazada. Y que la dictadura era cruel, y que apenas nos enterábamos, de nada.
Muchos mas que los que tu dices, en Francia, Eso sin contar, a los maltratados, que llegarían, años antes, cuando el dictador, les perseguiría con saña. Y, que para mayor desgracia, les caerían luego encima las calamidades del fascismo.
Recogí mi atada, bien repleta de experiencia, y de nuevo aquí... inquieto y desconcertado (aún vivía el dictador, amado por demasiados y esto era lo malo: que cada cual piense lo que quiera) viera como fuera y dentro, crecían los sueños de libertad, Y llegó. Y llegó, tímidamente lo que muchos queríamos que llegara.
Esa misma timidez. hoy la estamos sufriendo, tal vez porque no hemos sabido, o no queremos entendernos... y porque las viejas heridas, por mucho que algunos se empeñen, no se curan. Es decir: las heridas se cerraron en falso, y, todo por aquella nefasta dictadura, con sus crímenes que aún reclaman justicia.
Me he permitido una de mis poesías en el apartado poesía, donde, me desnudo, condenando tanto horror, y tras este, las tristezas, las penurias; como consecuencia del mismo.
Saludos.
Por esto mismo: SOY SOLIDARIO CON EL JUEZ GARZON