La Proteina Espiga es la responsable de los efectos adversos en las vacunas K0 B1T (1/2)
En base a afirmaciones precipitadas y carentes de rigor científico se está difundiendo entre muchas personas, incluso científicos, que disienten de la versión oficial sobre la pandemia, supuestamente producida por el virus Sars-CoV-2, que no existe la proteína Espiga o proteína de punta de los coronavirus y que las mal llamadas vacunas covid no la contienen.
En el caso de que en dichas vacunas pueda haber otros nanocomponentes no declarados cuya función y efectos, en caso de comprobarse su presencia, habrá que dilucidar, está sobradamente demostrada la presencia y acción de las secuencias genómicas de la proteína Espiga (proteína S) y de su patogenia en las vacunas génicas para covid-19.
1º) No es necesario haber aislado y purificado correctamente el virus Sars-CoV-2 para producir secuencias de ADN o ARNm de la proteína espiga, ya que la información de su secuencia genómica que consta de unos 3000 nucleótidos y es un trímero formado por tres péptidos, cada uno con dos subunidades S1 y S2, está publicada en las bases de datos y bibliotecas genómicas existentes, existe la tecnología capaz de sintetizar ARNm y diversos investigadores independientes lo han realizado y comprobado:
https://doi. org/10.1096/fasebj. 2021.35. S1.04183
2º) Se han hecho análisis y controles de calidad por analistas y funcionarios de las Agencias Reguladoras (EMA y FDA) que certifican el contenido vacunal.
3º) Se han hecho análisis por profesionales independientes como la Dra. Vanessa Schmidt- krüger para la demanda que cursa actualmente el abogado alemán Reiner Fuellmich, miembro del Comité Corona alemán contra las medidas anticovid, que certifican la composición de algunas vacunas, particularmente la de Pfizer de ARNm codificante de la proteína Espiga.
http://enformtk. u-aizu. ac. jp/howard/gcep dr vanessa schmidt krueger/
4º) Se han hecho estudios sobre la acción de la proteína Espiga por diversas Universidades y por investigadores independientes que no están precisamente a favor de las vacunas para covid.
El ejemplo más claro lo tenemos en el Dr Byram Bridle, inmunólogo viral y profesor asociado de la Universidad de Guelph, en Ontario, a quien el gobierno canadiense otorgó una subvención de 230.000 dólares el año pasado para desarrollar una vacuna para covid y quien afirma en la entrevista realizada por Alex Pierson lo siguiente:
“Pensamos que la proteína de pico era un gran antígeno diana, nunca supimos que la proteína de pico en sí misma era una toxina y era una proteína patógena. Entonces, al vacunar a las personas, inadvertidamente las estamos inoculando con una toxina”.
https://omny. fm/shows/on-point-with-alex-pi erson/new-peer-reviewed-study- on-covid-19-vaccines-sugge
5º) Otros investigadores también han estudiado los problemas producidos por la proteína espiga y los anticuerpos que el organismo genera cuando es inyectada, atacando hasta 28 tejidos humanos, lo que explica las enfermedades autoinmunes que los vacunados pueden desarrollar.
https://www. biorxiv. org/content/10.1101/2020.12.04 .409144v1
https://www. frontiersin. org/articles/10.3389/fimmu. 2020.617089/full
6º) Un estudio reciente sobre Enfermedades Clínicas e Infecciosas dirigido por investigadores del Brigham and Women’s Hospital y la Escuela de Medicina de Harvard midió muestras de plasma sanguíneo recolectadas de 13 receptores de la vacuna Moderna después de la administración de la primera y de la segunda dosis y encontraron niveles detectables de la proteína Espiga y también de una parte de la misma: la subunidad S1 que es suficiente para producir el daño porque es la subunidad o fragmento que se une al receptor.
7º) En diversos estudios se afirma que la proteína S cambia la señalización celular al unirse al receptor ACE2, esto significa que da instrucciones a la célula para que altere sus funciones, lo que es particularmente grave en las células inmunes ya que las vuelve ineficientes, facilitando los procesos inflamatorios y la susceptibilidad a enfermar por cualquier patógeno
En base a afirmaciones precipitadas y carentes de rigor científico se está difundiendo entre muchas personas, incluso científicos, que disienten de la versión oficial sobre la pandemia, supuestamente producida por el virus Sars-CoV-2, que no existe la proteína Espiga o proteína de punta de los coronavirus y que las mal llamadas vacunas covid no la contienen.
En el caso de que en dichas vacunas pueda haber otros nanocomponentes no declarados cuya función y efectos, en caso de comprobarse su presencia, habrá que dilucidar, está sobradamente demostrada la presencia y acción de las secuencias genómicas de la proteína Espiga (proteína S) y de su patogenia en las vacunas génicas para covid-19.
1º) No es necesario haber aislado y purificado correctamente el virus Sars-CoV-2 para producir secuencias de ADN o ARNm de la proteína espiga, ya que la información de su secuencia genómica que consta de unos 3000 nucleótidos y es un trímero formado por tres péptidos, cada uno con dos subunidades S1 y S2, está publicada en las bases de datos y bibliotecas genómicas existentes, existe la tecnología capaz de sintetizar ARNm y diversos investigadores independientes lo han realizado y comprobado:
https://doi. org/10.1096/fasebj. 2021.35. S1.04183
2º) Se han hecho análisis y controles de calidad por analistas y funcionarios de las Agencias Reguladoras (EMA y FDA) que certifican el contenido vacunal.
3º) Se han hecho análisis por profesionales independientes como la Dra. Vanessa Schmidt- krüger para la demanda que cursa actualmente el abogado alemán Reiner Fuellmich, miembro del Comité Corona alemán contra las medidas anticovid, que certifican la composición de algunas vacunas, particularmente la de Pfizer de ARNm codificante de la proteína Espiga.
http://enformtk. u-aizu. ac. jp/howard/gcep dr vanessa schmidt krueger/
4º) Se han hecho estudios sobre la acción de la proteína Espiga por diversas Universidades y por investigadores independientes que no están precisamente a favor de las vacunas para covid.
El ejemplo más claro lo tenemos en el Dr Byram Bridle, inmunólogo viral y profesor asociado de la Universidad de Guelph, en Ontario, a quien el gobierno canadiense otorgó una subvención de 230.000 dólares el año pasado para desarrollar una vacuna para covid y quien afirma en la entrevista realizada por Alex Pierson lo siguiente:
“Pensamos que la proteína de pico era un gran antígeno diana, nunca supimos que la proteína de pico en sí misma era una toxina y era una proteína patógena. Entonces, al vacunar a las personas, inadvertidamente las estamos inoculando con una toxina”.
https://omny. fm/shows/on-point-with-alex-pi erson/new-peer-reviewed-study- on-covid-19-vaccines-sugge
5º) Otros investigadores también han estudiado los problemas producidos por la proteína espiga y los anticuerpos que el organismo genera cuando es inyectada, atacando hasta 28 tejidos humanos, lo que explica las enfermedades autoinmunes que los vacunados pueden desarrollar.
https://www. biorxiv. org/content/10.1101/2020.12.04 .409144v1
https://www. frontiersin. org/articles/10.3389/fimmu. 2020.617089/full
6º) Un estudio reciente sobre Enfermedades Clínicas e Infecciosas dirigido por investigadores del Brigham and Women’s Hospital y la Escuela de Medicina de Harvard midió muestras de plasma sanguíneo recolectadas de 13 receptores de la vacuna Moderna después de la administración de la primera y de la segunda dosis y encontraron niveles detectables de la proteína Espiga y también de una parte de la misma: la subunidad S1 que es suficiente para producir el daño porque es la subunidad o fragmento que se une al receptor.
7º) En diversos estudios se afirma que la proteína S cambia la señalización celular al unirse al receptor ACE2, esto significa que da instrucciones a la célula para que altere sus funciones, lo que es particularmente grave en las células inmunes ya que las vuelve ineficientes, facilitando los procesos inflamatorios y la susceptibilidad a enfermar por cualquier patógeno