Si no hubiéramos elevado el gasto público, tendríamos un superávit de 14.000 millones
Es difícil, probablemente imposible, calcular exactamente la riqueza que Zapatero, sus colaboradores y sus economistas cortesanos han contribuido a destruir. Para nuestra desgracia, la influencia de los Estados modernos sobre nuestras vidas es demasiado poderosa como para que podamos siquiera comprender todas las pauperizadoras derivadas de sus intervenciones. Sin embargo, sí hay dos elementos cuyas pérdidas podemos cuantificar grosso modo: el desproporcionado incremento del gasto público y la tercermundista legislación laboral.
Bajo el palio del keynesianismo, esa doctrina estatólatra que aconseja a los gobernantes despilfarrar los recursos justo cuando más escasos se vuelven, el Gobierno de Zapatero ha conseguido arrastrar a las Administraciones Públicas a una situación cercana a la insolvencia. Desde 2003 a 2010, el gasto público español se disparó desde 300.000 millones de euros anuales a 477.000; esto es, se expandió más de un 50%. Por el contrario, por aquello de que las comparaciones son odiosas, el gasto público alemán apenas aumentó desde los 1,05 billones de euros a los 1,16 billones; es decir, apenas un 10%.
Los habrá que piensen que la distinta evolución del sector público español y germano responde a la dispar incidencia de la crisis. Ya se sabe: los alemanes, que son muy eficientes, apenas han padecido las inclemencias de la recesión y del desempleo, por lo que no les ha sido necesario incrementar demasiado el gasto. Parece lógico y comprensible, pero la intuición es errónea: el grueso del aumento del gasto público en España se vivió durante la primera legislatura de Zapatero, durante la borrachera crediticia que llenaba las arcas del Estado de impuestos vinculados muy estrechamente con la burbuja.
Desde 2003 a 2007, el gasto anual aumentó en 112.000 millones de euros, casi un 40%. En cambio, entre 2007 y 2010 lo hizo en 65.000, un 15%. ¿Qué pasó, por el contrario, en Alemania? Desde 2003 a 2007, el gasto anual se congeló –no creció ni siquiera un 1%– y fue entre 2007 y 2010 cuando se expandió tímidamente en un 10%. En otras palabras, no ha sido la crisis, sino el fanático intervencionismo estatista del PSOE –y de los correspondientes virreyes autonómicos a los que Zapatero no quiso poner límites– el que ha engordado hasta límites insostenibles el tamaño del Estado.
Para que nos hagamos una idea de la ruina que ha supuesto el zapaterismo: si, como hizo Alemania, no hubiésemos incrementado el gasto público entre 2003 y 2007, hoy tendríamos un superávit de 14.000 millones de euros –el 1,3% del PIB–, aun cuando se hubiese prestado la misma protección social que se ha prestado durante la crisis. Repito, por si alguien cree que ha leído mal: si entre 2003 y 2007 hubiésemos congelado el tamaño del Estado como hizo Alemania, hoy tendríamos un superávit del 1,3% del PIB en lugar de un déficit del 9%.
Pero no nos detengamos en el despilfarro público, pues los destrozos del zapaterismo no terminan aquí. ¿Está siendo nuestra crisis peor que la de Alemania? Sin duda, pues acumulamos muchos más desajustes como consecuencia de la enorme burbuja inmobiliaria. Sin embargo, y siempre que nos creamos las estadísticas oficiales, entre 2007 y 2010 Alemania no ha crecido mucho más que España: un 2,7% para la primera, un 1% para la segunda. En cambio, ¿qué ha pasado con la tasa de paro? Alemania la ha visto caer del 8,3% al 6,8% y España la ha visto estallar del 8,2% al 20%. Vale, de acuerdo, no tiene sentido que nos comparemos con el gigante teutón. Tomemos como referencia al resto de países intervenidos dentro de la Eurozona: Grecia, Irlanda y Portugal. La catastrófica economía helena creció un 1,3% entre 2007 y 2010 y su tasa de paro aumentó del 8,3% al 12,5%. Irlanda sufrió una caída del PIB del 20% y su tasa de desempleo se incrementó del 4,5% al 13,6%. Y Portugal se expandió un 2,3% y su tasa de paro subió del 8,1% al 11%.
Dicho de otra manera, el peor de todos estos países intervenidos, Irlanda, tiene una tasa de 6,5 puntos menor que la nuestra… y eso que su PIB se desplomó un 20%. ¿Dónde está el problema en nuestra economía? No, el gran coco tampoco es la crisis, sino una legislación laboral controlada por los sindicatos que bloquea la creación de cualquier puesto de trabajo. Zapatero debería habérsela cargado de raíz ya en 2007, en cuyo caso nuestra tasa de paro no debería haber sido superior a la irlandesa. Siete puntos menos de paro se habrían traducido en muchos menos subsidios de desempleo; en concreto, unos 12.000 millones menos al año.
Echemos cuentas: entre 2007 y 2011 habremos gastado cada año 112.000 millones más de lo necesario por la hipertrofia del Estado y 12.000 millones más en concepto de subsidios de desempleo derivados de nuestra socialista legislación laboral. En total, medio billón de euros que Zapatero, y unas autonomías y sindicatos a los que no se atrevió a poner coto, han tirado por el desagüe en apenas una legislatura. La mitad del PIB de España. La ruina absoluta. El resultado de dos malas tardes de economía.
*Juan Ramón Rallo es economista y fundador del Instituto Juan de Mariana.
04/09/2011 LA GACETA
Es difícil, probablemente imposible, calcular exactamente la riqueza que Zapatero, sus colaboradores y sus economistas cortesanos han contribuido a destruir. Para nuestra desgracia, la influencia de los Estados modernos sobre nuestras vidas es demasiado poderosa como para que podamos siquiera comprender todas las pauperizadoras derivadas de sus intervenciones. Sin embargo, sí hay dos elementos cuyas pérdidas podemos cuantificar grosso modo: el desproporcionado incremento del gasto público y la tercermundista legislación laboral.
Bajo el palio del keynesianismo, esa doctrina estatólatra que aconseja a los gobernantes despilfarrar los recursos justo cuando más escasos se vuelven, el Gobierno de Zapatero ha conseguido arrastrar a las Administraciones Públicas a una situación cercana a la insolvencia. Desde 2003 a 2010, el gasto público español se disparó desde 300.000 millones de euros anuales a 477.000; esto es, se expandió más de un 50%. Por el contrario, por aquello de que las comparaciones son odiosas, el gasto público alemán apenas aumentó desde los 1,05 billones de euros a los 1,16 billones; es decir, apenas un 10%.
Los habrá que piensen que la distinta evolución del sector público español y germano responde a la dispar incidencia de la crisis. Ya se sabe: los alemanes, que son muy eficientes, apenas han padecido las inclemencias de la recesión y del desempleo, por lo que no les ha sido necesario incrementar demasiado el gasto. Parece lógico y comprensible, pero la intuición es errónea: el grueso del aumento del gasto público en España se vivió durante la primera legislatura de Zapatero, durante la borrachera crediticia que llenaba las arcas del Estado de impuestos vinculados muy estrechamente con la burbuja.
Desde 2003 a 2007, el gasto anual aumentó en 112.000 millones de euros, casi un 40%. En cambio, entre 2007 y 2010 lo hizo en 65.000, un 15%. ¿Qué pasó, por el contrario, en Alemania? Desde 2003 a 2007, el gasto anual se congeló –no creció ni siquiera un 1%– y fue entre 2007 y 2010 cuando se expandió tímidamente en un 10%. En otras palabras, no ha sido la crisis, sino el fanático intervencionismo estatista del PSOE –y de los correspondientes virreyes autonómicos a los que Zapatero no quiso poner límites– el que ha engordado hasta límites insostenibles el tamaño del Estado.
Para que nos hagamos una idea de la ruina que ha supuesto el zapaterismo: si, como hizo Alemania, no hubiésemos incrementado el gasto público entre 2003 y 2007, hoy tendríamos un superávit de 14.000 millones de euros –el 1,3% del PIB–, aun cuando se hubiese prestado la misma protección social que se ha prestado durante la crisis. Repito, por si alguien cree que ha leído mal: si entre 2003 y 2007 hubiésemos congelado el tamaño del Estado como hizo Alemania, hoy tendríamos un superávit del 1,3% del PIB en lugar de un déficit del 9%.
Pero no nos detengamos en el despilfarro público, pues los destrozos del zapaterismo no terminan aquí. ¿Está siendo nuestra crisis peor que la de Alemania? Sin duda, pues acumulamos muchos más desajustes como consecuencia de la enorme burbuja inmobiliaria. Sin embargo, y siempre que nos creamos las estadísticas oficiales, entre 2007 y 2010 Alemania no ha crecido mucho más que España: un 2,7% para la primera, un 1% para la segunda. En cambio, ¿qué ha pasado con la tasa de paro? Alemania la ha visto caer del 8,3% al 6,8% y España la ha visto estallar del 8,2% al 20%. Vale, de acuerdo, no tiene sentido que nos comparemos con el gigante teutón. Tomemos como referencia al resto de países intervenidos dentro de la Eurozona: Grecia, Irlanda y Portugal. La catastrófica economía helena creció un 1,3% entre 2007 y 2010 y su tasa de paro aumentó del 8,3% al 12,5%. Irlanda sufrió una caída del PIB del 20% y su tasa de desempleo se incrementó del 4,5% al 13,6%. Y Portugal se expandió un 2,3% y su tasa de paro subió del 8,1% al 11%.
Dicho de otra manera, el peor de todos estos países intervenidos, Irlanda, tiene una tasa de 6,5 puntos menor que la nuestra… y eso que su PIB se desplomó un 20%. ¿Dónde está el problema en nuestra economía? No, el gran coco tampoco es la crisis, sino una legislación laboral controlada por los sindicatos que bloquea la creación de cualquier puesto de trabajo. Zapatero debería habérsela cargado de raíz ya en 2007, en cuyo caso nuestra tasa de paro no debería haber sido superior a la irlandesa. Siete puntos menos de paro se habrían traducido en muchos menos subsidios de desempleo; en concreto, unos 12.000 millones menos al año.
Echemos cuentas: entre 2007 y 2011 habremos gastado cada año 112.000 millones más de lo necesario por la hipertrofia del Estado y 12.000 millones más en concepto de subsidios de desempleo derivados de nuestra socialista legislación laboral. En total, medio billón de euros que Zapatero, y unas autonomías y sindicatos a los que no se atrevió a poner coto, han tirado por el desagüe en apenas una legislatura. La mitad del PIB de España. La ruina absoluta. El resultado de dos malas tardes de economía.
*Juan Ramón Rallo es economista y fundador del Instituto Juan de Mariana.
04/09/2011 LA GACETA