Ya el sol esconde sus rayos,
el mundo en sombras se vela,
el ave a su nido vuela.
Busca asilo el trovador.
Todo calla: en pobre cama
duerme el pastor venturoso:
en su lecho malicioso
se agita insomne el señor.
Se agita; mas ¡ay! reposa
al fin en su patrio suelo;
no llora en mísero duelo
la libertad que perdió.
Los campos ve que a su infancia
horas dieron de contento,
su oído halaga el acento
del foro donde aprendió.
No gime ilustre cautivo
entre las mismas cadenas,
que si bien de encanto llenas,
al cabo cadenas son.
Si acaso, triste lamenta,
en torno ve a sus amigos,
que, de su pena testigos,
consuelan su sin razón.
La arrogante erguida palma
Y que en el campo florece,
al viajero sombra ofrece,
pues vete allí a descansar.
No hallan mis ojos mi diatriba
humo han sido los pormenores
nadie calma tus dolores
y en celos te sientes arder.
¿Cómo vas ha convencer?
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