La Poesía

En mi soledad escribo
Foto enviada por Ramsés



Tus ojos y mis ojos se contemplan
en la quietud crepuscular.
Nos bebemos el alma lentamente
y se nos duerme el desear.

Como dos niños que jamás supieron
de los ardores del amor,
en la paz de la tarde nos miramos
con novedad de corazón.

Violeta era el color de la montaña.
Ahora azul, azul está.
Era una soledad el cielo. Ahora
por el la luna va.

Me sabes tuyo, te recuerdo mía.
Somos el hombre y la mujer.
Conscientes de ser nuestros, nos miramos
en el sereno atardecer.

Son del color del agua tus pupilas:
del color del agua del mar.
Desnuda, en ellas se sumerge mi alma
con sed de amor y eternidad. ... (ver texto completo)
Mientras ellos hablaban todo el tiempo de la nueva moral
ella me exploraba con sus ojos.
y cuando me levanté para marcharme
sus dedos fueron como el tejido
de una servilleta japonesa de papel.
¡Hombre! pensador libre, crees que sólo tú piensas
en este mundo en que la vida estalla en todo:
de las fuerzas que tienes tu libertad dispone,
pero de tus consejos se desentiende el cosmos.

En las bestias respeta un espíritu activo…
cada flor es un alma abierta a la natura;
un misterio de amor en el metal reposa:
todo es sensible; ¡y todo sobre tu ser actúa!
... (ver texto completo)
Tras la dura piel de la roca
en ramajes crece el sentido,
sosegadas duermen las olas
en viejos vientos del olvido.

Ruedan lágrimas de amor
en la misma materia viva
y en la materia encendida
que en apariencia es inerte.

Estrella ... (ver texto completo)
Si en mí se resume
la extensión del hombre,
su historia,
su miel y su amargura,
los encontrados mundos que lo forman,
yo hablo entonces de mí
que soy ustedes.
Y si digo a veces,
muchas veces,
que la soledad nos toma de la mano, ... (ver texto completo)
Combatir
esa sensación de inutilidad,
de tedio existencial,
ese vacío que se abre
devorando la vida.
Estamos aquí para combatir,
legionarios de la eternidad
en la guerra del tiempo.
En esta abrupta roca
me atenazan las tinieblas,
áspero y titánico fragor
mareas aullantes se rompen a mis pies.
¿Mi madre?
Más allá del mar hostil,
más allá del tiempo falaz
que se desmorona en este escollo.
Y mi inocencia
suavísima resurge
en estos jirones de vida
que la muerte ha rechazado.
Oh niñez luminosa y jovial,
pespunteada de remotas lejanías,
¡qué radiante te vuelvo a ver
en esta oscuridad!
El desasosiego me alivia
para hallarme a mí mismo en los recuerdos.
Mamá,
en brazos me tenías
pendiente de tus cuentos,
y no era soldado en el Mar
de una guerra perdida. ... (ver texto completo)
Lo real farolea,
con la complicidad de tus sentidos
exhaustos o alarmados.
Sálvate encabritándote,
vuélale por encima,
gratifícalo con cacas
cuando inventa
sus espantapájaros.

Si no tienes la «divina Indiferencia»
del «halcón elevado en lo alto»,
véncelo entonces con la paciencia.
La espera será premiada.
Lo verás pasar en la corriente
con su aspecto más verdadero,
inocuo y humilde:
al fin sin máscara
lo bufonescamente real,
lo presuntamente tal. ... (ver texto completo)
Un torbellino frenético
sustenta una vacía canícula
una energía de vísceras
sondea una nave enarenada
a la espera de golpes de viento.
Braceo inquieta
en el denso mar de lo Incierto.
Falsedad
causa del opaco malestar
de estos días insensatos.
¡Hombre! pensador libre, crees que sólo tú piensas
en este mundo en que la vida estalla en todo:
de las fuerzas que tienes tu libertad dispone,
pero de tus consejos se desentiende el cosmos.

En las bestias respeta un espíritu activo…
cada flor es un alma abierta a la natura;
un misterio de amor en el metal reposa:
todo es sensible; ¡y todo sobre tu ser actúa!
... (ver texto completo)
Ven sobre mi corazón, alma cruel y sorda,
tigre adorado, monstruo de aires indolentes;
quiero, por largo rato sumergir mis dedos temblorosos
en el espesor de tu melena densa;

En tus enaguas saturadas de tu perfume
sepultar mi cabeza dolorida,
y aspirar, como una flor marchita,
el dulce relente de mi amor difunto.
... (ver texto completo)
Cuando llega la vejez..
y nos sienta en el sillón para descanso
se puede recostar la espalda y quitarse los zapatos
Ya no hay caminos que andar, ni ríos para cruzar.
Ya no se piensa en ser fuerte
le seguimos la corriente al pensar de los demás
Las horas se hacen más largas
y es por tanto meditar.
Cuando llega la vejez...
y la mirada se pierde más allá del horizonte
descubrimos que no hay monte que nos invite a escalar.
Apenas hemos de escuchar el canto de los jilgeros
con su alegre despertar.
Cuando llega la vejez...
ya no hay por qué madrugar
pues se vive trasnochado
pensando en el pasado que no volverá jamás
y en el sillón de descanso sin tener que descansar
nos vamos haciendo mansos y de corazón más tierno.
La conciencia se aclimata, y la mente no dilata
pensar en el sueño eterno. ... (ver texto completo)
Aléjate de mí, aunque se que siempre,
he de permanecer en tu sombra.
Y nunca, solitario,
alzándome en los mismos umbrales de la vida
recóndita, podré gobernar los impulsos
de mi alma, ni levantar la mano como antaño,
hacia el sol, serenamente, sin que perciba en ella
lo que intenté hasta ahora apartar: el contacto
de tu mano en la mía.
Esta anchurosa tierra
con que quiso separarnos el destino, en el mío
deja tu corazón, con latir doble. En todo
lo que hice o soñé estás presente, como
en el vino el sabor de las uvas.
Y cuando
por mí rezo al Señor, en mis ruegos tu nombre
escucha y en mis ojos ve mezclarse nuestras lágrimas. ... (ver texto completo)
Cruel? Creo que nunca hubo una trampa
más infame y agotadora que esta!
No es un sueño, así lo decía mi corazón,
con la sobria certeza del despertar.

Sueños? Yo conozco sus rostros,
en apariencia agradables; vaporosos,
adornados de alas multicolores;
He tenido sueños antes, y esto no es soñar.
Llega la luz del día, y la alegría cubre mi pesar.

Qué la hiere, amor mío; qué dolor la arrebata?
Pues ella en soledad empalidece;
y sus facciones lentamente se desvanecen.
No puedo unirme a ella,
me estiro hacia allí sin sentido,
mientras mis brazos rodean el silencio y el vacío. ... (ver texto completo)
Vagamos por un tiempo (este fue mi sueño)
por un largo sendero de la Tierra Muerta,
dónde sólo las amapolas crecen en la arena,
aquellas que arrancamos con escasa estima,
y siempre tristes, hacia una triste corriente
seguimos avanzando con los dedos entrelazados,
bajo las estrellas distantes, un camino imprevisto,
la visión de todas las cosas en la sombra de un sueño.

Y siempre tristes, mientras las estrellas expiraron,
Las más extrañas amapolas encontramos,
hasta que tus ojos cultivaron toda mi luz,
para iluminarme en aquella hora de cansancio,
y en su oscurecimiento ninguna conjetura podría
atormentarme con los días perdidos que deseamos,
¡Después de ellos mis recuerdos fueron destrozados! ... (ver texto completo)
Tristeza, alado ser que recorres el mundo,
aquí y allí, a través del tiempo, pidiendo reposo,
si reposo es acaso la dicha que el Dolor reclama.

Un pensamiento yace cerca de su corazón,
profunda pena de voluptuoso calor,
una hierba seca en el río creciente,
una lágrima roja que recorre la corriente.

Corazones que cortan las cadenas,
el vínculo de ayer será el olvido de mañana,
todas las cosas de este mundo pasarán,
más nunca la pena. ... (ver texto completo)