Dilo, dilo otra vez, y aún otra más
que me quieres, aunque esta palabra duplicada,
en tus labios, el canto del jilguero recuerde.
Y no olvides que nunca la fresca primavera
llegó al monte o al llano, al valle o a los bosques,
en su entero verdor, sin la voz del jilguero.
Me saluda en las sombras, amada mía, incierta,
esa voz de un espíritu, y en mi duda angustiosa,
grito: ¡Vuelve a decir que me quieres! ¿Quién
teme demasiadas de estrellas, aunque los cielos se llenen, ... (ver texto completo)
que me quieres, aunque esta palabra duplicada,
en tus labios, el canto del jilguero recuerde.
Y no olvides que nunca la fresca primavera
llegó al monte o al llano, al valle o a los bosques,
en su entero verdor, sin la voz del jilguero.
Me saluda en las sombras, amada mía, incierta,
esa voz de un espíritu, y en mi duda angustiosa,
grito: ¡Vuelve a decir que me quieres! ¿Quién
teme demasiadas de estrellas, aunque los cielos se llenen, ... (ver texto completo)