La Poesía

En mi soledad escribo
Foto enviada por Ramsés



Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante
de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.

Se vuelve transparente mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.
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Junta tu frente a la mía y enlaza tu mano, y haz juramentos que mañana ya habrás roto.
Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,
mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
no quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
tus ojos regocije mi dádiva sencilla.

en el jardín umbroso mi cuerpo fatigado
las auras matinales cubrieron de rocío;
como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
el fugitivo instante que reposar ansío.

Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
sonora con el ritmo de tus últimos besos. ... (ver texto completo)
Aquel que te hace llorar,
No merece tus lagrimas...
Aquel que las merece,
nunca te hará llorar...
Hace ya tanto tiempo que te adoro,
dieciocho años son muchos instantes.
Eres de color rosa, yo soy pálido,
yo soy invierno y tú la primavera.

Lilas blancas como en un camposanto
en torno de mis sienes florecieron,
y pronto invadirán todo el cabello
enmarcando la frente ya marchita.
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Los que, en mis rimas sueltas, el sonido
oís del suspirar que alimentaba
al joven corazón que desvariaba
cuando era otro hombre del que luego he sido;

del vario estilo con que me he dolido
cuando a esperanzas vanas me entregaba,
si alguno de saber de amor se alaba,
tanta piedad como perdón le pido.
... (ver texto completo)
Soñé contigo esta noche:
Te desfallecías de mil maneras
Y murmurabas tantas cosas…

Y yo, así como se saborea una fruta
Te besaba con toda la boca
Un poco por todas partes, monte, valle, llanura.

Era de una elasticidad,
De un resorte verdaderamente admirable:
Dios… ¡Qué aliento y qué cintura!

Y tú, querida, por tu parte,
Qué cintura, qué aliento y
Qué elasticidad de gacela…

Al despertar fue, en tus brazos,
Pero más aguda y más perfecta,
¡Exactamente la misma fiesta! ... (ver texto completo)
Me la lleve al rio que pena me dio porque estaba crecido
y no pude ni bañarme ella dijo "esperemos un poco
que baje mientras escribete un contenido", dame un motivo
y me veras inspirado y el rio sera testigo como sera de la tarde hermosa
de pasion, que tonteria la mia lo escribi y tengo miedo de publicarlo
porque ella es un amor prohibido, y como lo hizo hoy estoy alegre y doy gracias
al rio que de vez en cuando nos vemos en el mismo sitio
para hacer lo mismo y sin haber testigos.
Ese fuego de tu piel y el calor de tu mirada me hacen sentir como el diablo en su morada.
Tengo un traje
que es de acero
y mi senda es de espinas,
cada paso es más dolor
y creciente la agonía,
porque no te puedo ver
y ya nada es optimista.

Mientras busco la manera
de atraerte a mis dominios,
aún sabiendo que es inútil
porque a ti no te ha venido,
esas ganas de encontrarme
y romper así tú hastío.

Yo lo he intentado todo
para no hallarme contigo,
porque no puedo olvidarte,
porque no vendrás conmigo.

La verdad es sólo una
y es que yo te necesito.
Es tan grande mi desgracia
porque no sientes lo mismo... ... (ver texto completo)
Entre el rumor de las campanas,
bella gitana, amante y mía,
nos amamos perdidamente
y nadie, nadie, nos veía.

Olvidamos que las campanas,
asomadas al campanario,
nos vieron, ay, y noche y día
se lo cuentan al vecindario.

Mañana Pedro y Catalina,
el panadero y su mujer,
Juan y María Golondrina,
mi amiga Luz, mi prima Ester,

sonreirán, de cierta manera...
Yo no sabré dónde meterme...
Tú estarás lejos... Lloraré...
Y hasta es posible que me muera... ... (ver texto completo)
Tengo miedo de tu piel,
porque me tiene atrapado
como una mosca en la miel.

Me dan pánico tus labios,
porque después de besarlos,
te juro cariño mío,
lo dulce me sabe amargo.

Me da miedo tu mirada, ... (ver texto completo)
Yo no sé desear más que la vida,
porque entre las victorias de la muerte
nunca tendrás la grande de tenerte
como una de las suyas merecida

y porque más que a venda y más que a herida
está mi carne viva con quererte,
e igual mi corazón que un peso inerte,
halla su gravedad en tu medida.

¡Qué temblor no tenerlo en ningún lado,
ni en el pecho, la vena o la palabra,
y a lo mejor en valle, fuente o roca!

¡Corazón prisionero y emigrado,
que con cada latido el hierro labra,
y que convierte en sueño cuanto toca! ... (ver texto completo)
Ella es luna, sol, tallo que nace y perfume de almizcle. Perfecta, brillante,
floreciente y aroma enamorado. Quién la mira se prenda de ella, pero es coto
cerrado...
El amor crepuscular declina en el cielo
Antes que la noche descienda sobre la tierra
Antes de que miedo sienta del frío su hierro,
El crepúsculo del amor se desvanece en el cielo.

Cuando el insaciable corazón susurra entre lamentos
"o es demasiado o es poco",
y los labios se abstienen tardíamente resecos,

Blandas, bajando por el cuello de cada amante,
las manos del amor sostienen su rienda secreta;
y mientras buscamos en él una señal concreta,
su luz crepuscular se desgarra en el cielo ... (ver texto completo)