Tuve un sueño esta noche
como si hubiese dormido,
su mirada ha carcomido
mi llanto, que aún persiste:
mi pequeña niña se ha ido,
se ha ido y ha dejado la tristeza,
¡Oh, aquella niña
que no era para este mundo!
allí en los altos cielos
a mi hija he buscado,
en un lejano tren asolado
por infantes justos y mansos,
vestidos de lirios blancos,
alumbrados por una lámpara;
cada uno fue claro a la vista,
más ninguno de ellos hablaba.
entonces, una pequeña tristeza,
mi niña se acercó hasta mí,
pero la luz que ella portaba
ya no quemaba en la lámpara.
ella, para aclarar mis dudas,
dijo, volviendo el rostro en penumbras:
apaga tus lágrimas, padre;
ya nunca debes llorar.
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