Ayer, no sé por que razón
me vino el agravio hasta el insomnio
y tuve la patente del demonio
ungido en lo absurdo de unos labios.
Quizás fuera el color de la soberbia
quien pintó ese cuadro amalgamado
con la tintura del necio desolado
y el irónico pincel de su bajeza.
Y aunque no existiera en mí, el destinatario
de esas actitudes ofensivas,
igual fueron de cruentas las heridas
asignadas por los dogmas del falsario.
Menuda es la tarea del planeta
con sus sinsabores fulgiendo a cada paso,
para que también sucumba en el ocaso
de aquellos que pretenden ser poetas.
Poco y nada me cabe en el asombro
que logre a inducirme a una porfía,
pero entiendo que el aura de poesía
se magnifica al estar codo con codo.
Y así como en la rueda milenaria
la incomprensión y el odio hacen estragos,
anhelo que las frases perdularias
se trastoquen del rencor hacia el halago.
Es por eso que inclino la cabeza
hacia el alguien que fuera maltratado
por el gesto altanero de un poeta
que olvidara en la estrofa al ser humano.
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Ahora haber si hay algún reprimido/a, que borre también este poema,
a este foro deberían cambiarle el nombre.
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