Dueño imposible del sueño
bebí el hambre y el verbo de tus pechos
y la embriaguez del viento
bajo la sombra secreta de tus manos.
Mis besos crucificados
en el ramaje de tus entrepiernas
sembraron de caminos la memoria
y de
dulce olvido el agua.
Ya deshecha la luz
no sé por qué hago versos
a las ventanas de tu alma
y a los cristales del tiempo.