Resbala,
por la vertiente de una mejilla.
Húmeda y salada,
agónica e inmensamene triste;
transparente,
brillante,
pero doliente.
Amarga,
tremendamente amarga,
hasta enredarse en la comisura
de una boca sin palabras,
que, entreabierta,
de un sorbo
se la traga,
saboreando el gusto acre
de las miserias humanas,
de los dolores internos
y de las vanas palabras
que hacen rodar una lágrima
por la vertiente de una mejilla,
húmeda y salada,
agónica
e inmensamente triste.