Los viejos
amigos:
Mi rincón del edén,
por cómplice mi sillón solitario,
mi
libro y mi dïario
de penas y alegrías confidente.
¡Pasaron tantos años,
se ha ido tanta gente,
que no puedo sentirme indiferente,
que no puedo olvidaros!.
Compartimos las horas de alegria,
los logros, los fracasos,
las horas de ternura y desencanto.
Marcaban nuestros pasos
absurdas directrices:
Muchos días acabaron en llanto.
Mas, éramos felices,
los amigos de compartir rubores.
las locas confidencias;
nacieron los amores
y bien sigo añorando las ausencias.
Las horas implacables,
el tiempo del olvido
RESPETÓ
AMISTADES ADORABLES:
AÚN NO OS HE PERDIDO.