SONETILLO
Para La Misma DE RUBÉN DARÍO
Miré al sentarme a la mesa,
bañado en la luz del día
el retrato de María,
la cubana-japonesa.
El aire acaricia y besa,
como un amante lo haría,
la orgullosa bizarría
de la cabellera espesa.
Diera un tesoro el Mikado
por sentirse acariciado
por princesa tan gentil,
digna de que un gran pintor
la pinte junto a una flor
en un vaso de marfil.
Localización.
Sonetillo octosilábico dedicado por Rubén Darío a la señora María Cay, a la cual
conoció durante su estancia en la Habana. Segundo de una serie de dos (de ahí el título)
que dedicó a esta cubana-japonesa y que incluyó en su obra Prosas Profanas.
Estructura y recursos.
El
poema se inicia con un verbo, “Miré”, como si ya desde la primera palabra
quisiera el poeta, con un verbo sensorial, dejar clara su inequívoca adscripción
modernista. La Belleza, desiderátum del movimiento finisecular, va a entrar a
borbotones en nuestro interior por la puerta de los sentidos, y no quiere Darío retrasar su
expresa declaración.
Hay otra puntualización muy importante en esta primera redondilla, tan
importante que Rubén nos da hasta tres pistas sobre ese particular en estos cuatro
versos: no hay intimidad entre el poeta y la bella, no se trata de un poema de amor. Y
nos lo hace ver primero, sentándose “a la mesa”, lugar poco adecuado a la intimidad
amorosa; segundo, dirigiendo sus requiebros no a la dama, lo que hubiera podido ser
más comprometedor, sino a su “retrato”; y tercero, lo hace a plena luz del día, luz que
“baña” el retrato de María, y que, por lo tanto, no es una luz tenue o difusa que pudiera
parecernos sugerente o propicia al coqueteo.
Este sonetillo se lo leí por primera vez a Cabrero y me fascinó. El comentario de texto es muy largo y da detalles muy interesantes, si os interesa buscad en GOOGLE.
Feliz noche.