De pena llora la hija del farero,
con lágrimas amargas como el mar;
son perlas de tristeza y desencanto,
el marino que dijo amarla tanto
no ha vuelto a navegar.
Con sus ojos azules,
reflejo de la espuma y de las olas,
no otea el horizonte,
no busca caracolas,
ya no sueña con tules
y la invade el pesar.
¿Por quién llora la niña de los mares?
por un amor que en noche de tormenta
le habló de otros lugares,
por un amor de un día
amor fugaz, amor en travesía.