AL CONTEMPLAR LOS JARALES
Recordando las
canciones
que oí carta a mi madre,
hoy la vuelvo a recordar
al contemplar los jarales.
****************************
¡Una cordera blanca que yo tenía,
que yo tenía,
con la flor de la jara se mantenía.
Se mantenía, mare, se mantenía,
una cordera blanca que yo tenía,
que yo tenía!
****************************
Y es que ella la cantaba
con emoción,
porque su padre era
también pastor.
Y ella lo acompañaba
siendo muy niña,
por vegas y caminos
y por campiña.
No es extraño que mi madre
con emoción la cantara,
al contemplar esos campos
y el alma se alegrara.
Si yo al contemplarlas hoy
he sentido esa emoción,
que no sentiría ella
al
cantar esa
canción.
Cuando están todas en flor
desprendiendo esos aromas,
en el aire lo percibes
cuando subes a la loma.
Y quisieras conservar
ese aire en los pulmones
Y esa emoción especial
que alegra los corazones.
Pa. Sa. Ma.
Esta es la canción que mi madre cantaba
y hoy la recuerdo yo, al contemplar esas jaras.
UNA CORDERA BLANCA
Mis ovejas son blancas y con lunares
con las que tengo negras, cuarenta pares,
y en el otoño, niño, y en el otoño,
cuando no comen hierba
comen madroños.
Una cordera blanca que yo tenía,
que yo tenía,
con la flor de la jara se mantenía.
Se mantenía, mare, se mantenía,
una cordera blanca que yo tenía,
que yo tenía.
Tiene mi ovejita vellón rizao
y un cordero merino yo le he mercao,
y si Dios quiere, niña,
y si Dios quiere,
tendré veinte corderitos
pa el mes que viene.
Gracia de Triana.