Suelen ser nubosas las mañanas de París,
la niebla sube del Sena como lengua helada,
te maltrata, te empaña las gafas
y es entonces cuando buscas el amor.
Cuando la orilla izquierda se llena de puestos
de
libros, de láminas, de discos, de cosas viejas,
el olor del café y las baguettes
me hacen pensar en tí.
Todo es ruido y libertad en las calles
y yo sigo pensando en tí.
Mis lágrimas caen sobre la mesa de vieja madera,
las limpio con el antebrazo
y su brillo húmedo me recuerdan las calles al amanecer.
Un bateau mouche se desliza suavemente
por la superficie del Sena.
Recuerdo esos paseos, tus manos arrebataban mis guantes
y tu bufanda ocultaba nuestras bocas sedientas de amor.
¡Silencio, calla, suena un acordeón!
Sous le Ciel de Paris,
sous les ponts de Paris.
Y la Seine rumbo al mar se lleva mis recuerdos,
se lleva mi corazón.