romance del emigrante que no llegó. De Julián Martín M.
Nace otra mañana triste
Como todas las mañanas,
Sin luz en el horizonte
de su angustiosa mirada.
Nada le ofrece el destino.
Sólo una tierra sin alma
Donde dejar cada día
Desgarros de su esperanza.
En la noche del Atlántico
Cruza un cayuco las aguas.
Lleva en su vientre las notas
de quejumbrosas palabras
Que se quiebran en la espuma
Impúdica ente blanca.
Tienen los besos tronchados
en las resecas gargantas
Y un cansancio de milenios
Les tiene cansada el alma.
Miran..... acaso sin ver.
Piensan..... acaso mañana,
o en las
familias que dejan
en la brumosa distancia.
Ayer les llegó el susurro
de una brisa muy lejana
que dibujaba en las sombras
dulces arrullos de plata.
Promesas y más promesas
dándole viento a sus alas.
Hoy brilla en el océano
un Girón de
luna pálida
y tiembla al par de las olas
que severas se levantan
sobre las tristes personas
y sobre la débil barca
que la agitan golpe a golpe
en las soledades trágicas.
Aspereza de una vida
hoy entre las olas ásperas.
Con un bofetón, el viento
derriba la inquieta barca,
y el emigrante que tuvo
una
noticia lejana
donde la brisa ponía
su voz de verde esperanza,
junto a la espuma se mueve
como una brizna de paja.
Después..... igual que al cayuco
rompen las olas sus alas,
y aquella noche de luna
No tendrá nunca alborada.
En memoria de los que pierden la vida por encontrar una vida más digna.