EL QUIJOTE CON ALEGRIA.
Qué vida la del rocín:
él, que se queja tan poco,
tocarle un amo tan loco,
metido en tanto trajín.
Y es que el pobre Rocinante
no es ninguna maravilla,
se le notan las costillas
y tiene muy poco aguante.
Sufre subiendo pendientes,
pues soporta en su montura
varios quilos de locura
y le faltan cuatro dientes.
Es un jamelgo muy lento:
nunca cabalga al galope,
y además está algo miope;
pero vive tan contento.
Anda como un caracol:
siempre llega, muy calmado,
el último a cualquier lado;
y es feliz tomando el sol.
Mas es un caballo fiel;
igual al paso que al trote
-eso piensa don Quijote-,
no existe mejor corcel.
Autora, Carmen gil, Andaluza 100%y especialista en educacion infantil.
Qué vida la del rocín:
él, que se queja tan poco,
tocarle un amo tan loco,
metido en tanto trajín.
Y es que el pobre Rocinante
no es ninguna maravilla,
se le notan las costillas
y tiene muy poco aguante.
Sufre subiendo pendientes,
pues soporta en su montura
varios quilos de locura
y le faltan cuatro dientes.
Es un jamelgo muy lento:
nunca cabalga al galope,
y además está algo miope;
pero vive tan contento.
Anda como un caracol:
siempre llega, muy calmado,
el último a cualquier lado;
y es feliz tomando el sol.
Mas es un caballo fiel;
igual al paso que al trote
-eso piensa don Quijote-,
no existe mejor corcel.
Autora, Carmen gil, Andaluza 100%y especialista en educacion infantil.