Al borde del abismo, el roble erguido,
del huracán resiste al recio embate,
y su lozana copa no se abate
ni aun al golpe del rayo que lo ha herido.
Así, la condición que le ha cabido
sufre el justo, en su vida de combate:
exento de temor su pecho late,
y el dolor no le arranca ni un gemido.
El odio inmerecido no le espanta;
de sus contrarios el ultraje olvida;
el rencor en su pecho nunca impera.
Del deber acatando la ley santa
ve, imperturbable, el drama de la vida,
y el desenlace en otra Vida espera.
del huracán resiste al recio embate,
y su lozana copa no se abate
ni aun al golpe del rayo que lo ha herido.
Así, la condición que le ha cabido
sufre el justo, en su vida de combate:
exento de temor su pecho late,
y el dolor no le arranca ni un gemido.
El odio inmerecido no le espanta;
de sus contrarios el ultraje olvida;
el rencor en su pecho nunca impera.
Del deber acatando la ley santa
ve, imperturbable, el drama de la vida,
y el desenlace en otra Vida espera.
¿Quién es el autor?
No bordaste el pañuelo
que te pedía,
voy a marchar sin él
por esta vida.
Si llego al cielo
no llevaré de ti
ningún recuerdo.
Sombra de naranjales,
azul del cerro;
oprimiendo palabras
me voy del pueblo.
Lluvia de cera
cubre y preserva todo
hasta que vuelva.
Éxtasis mañanero
ve por el viento,
que mi suspiro en llamas
te irá siguiendo.
Levanto el ancla
para seguir el rumbo
de mi esperanza
que te pedía,
voy a marchar sin él
por esta vida.
Si llego al cielo
no llevaré de ti
ningún recuerdo.
Sombra de naranjales,
azul del cerro;
oprimiendo palabras
me voy del pueblo.
Lluvia de cera
cubre y preserva todo
hasta que vuelva.
Éxtasis mañanero
ve por el viento,
que mi suspiro en llamas
te irá siguiendo.
Levanto el ancla
para seguir el rumbo
de mi esperanza