Trovan las horas en este trazo desmerecido
que me deja sin alternativas que destinar
y trenzan largos minutos en blanca melodía;
exclusiva a mi alma que se ha quedado sin mirar.
La tarde cae en picada por mi ventana,
los penachos se agitan sobre la mesa
queriendo levantar polvo de quimeras;
cuando ya la luna divide este invariable día.
Y se ahogan los vocablos en mis manos
al destoco que ni la sorpresa aguarda,
instando un itinerario que nunca llega;
desmedido cuando en mi sueño reposa...
Dulce es el sosiego bordado tras el desaliento,
cuando la renuncia comienza abrir los ojos
y esparce semillas de esperanza al viento;
ávidas de rocío en este inédito amanecer
que me deja sin alternativas que destinar
y trenzan largos minutos en blanca melodía;
exclusiva a mi alma que se ha quedado sin mirar.
La tarde cae en picada por mi ventana,
los penachos se agitan sobre la mesa
queriendo levantar polvo de quimeras;
cuando ya la luna divide este invariable día.
Y se ahogan los vocablos en mis manos
al destoco que ni la sorpresa aguarda,
instando un itinerario que nunca llega;
desmedido cuando en mi sueño reposa...
Dulce es el sosiego bordado tras el desaliento,
cuando la renuncia comienza abrir los ojos
y esparce semillas de esperanza al viento;
ávidas de rocío en este inédito amanecer