REESCRIBIENDO MI POEMA
Algo no me gustaba porque el poema quedaba un tanto confuso de versos telegráficos y por eso lo he vuelto a escribir, quitando unas palabras, unos versos... y al final me ha quedado así como sigue.
UN BARCO SIN TIMÓN
Nos acompañan vientos infelices
en un funesto barco a la deriva.
Inestable y sin rumbo
vaga a ninguna parte
y vira timorato
sin luces en la noche.
Bajan a cada vuelta del camino
centenares de cuerpos sin mañana.
Sombras nocturnas tejen
telarañas en la negrura incierta.
Debiera ser sueño esta pesadilla
que amenaza con lanzar al vacío
las ilusiones de llegar a puerto
de muchos pasajeros.
Un lujoso palacio en la colina
vive sus felices días de cuento
entre celestial música de antaño
con ricas alfombras de terciopelo
mientras el barco encalla entre las rocas.
Carmen García
Algo no me gustaba porque el poema quedaba un tanto confuso de versos telegráficos y por eso lo he vuelto a escribir, quitando unas palabras, unos versos... y al final me ha quedado así como sigue.
UN BARCO SIN TIMÓN
Nos acompañan vientos infelices
en un funesto barco a la deriva.
Inestable y sin rumbo
vaga a ninguna parte
y vira timorato
sin luces en la noche.
Bajan a cada vuelta del camino
centenares de cuerpos sin mañana.
Sombras nocturnas tejen
telarañas en la negrura incierta.
Debiera ser sueño esta pesadilla
que amenaza con lanzar al vacío
las ilusiones de llegar a puerto
de muchos pasajeros.
Un lujoso palacio en la colina
vive sus felices días de cuento
entre celestial música de antaño
con ricas alfombras de terciopelo
mientras el barco encalla entre las rocas.
Carmen García
PERIÓDICO
Soy la voz que cabalga,
en mi género y a tiempo,
palabras que se atragantan
en la garganta de oídos secos.
Por la luz que se desprende
de mi voz enriquecida,
en lo opaco de tu lente,
sin humo darle acogida.
Que despliegue mis aristas
que alimentan las pupilas,
y desgajan los temores
de convenciones simplistas.
Soy la voz que cabalga,
en mi género y a tiempo,
palabras que se atragantan
en la garganta de oídos secos.
Por la luz que se desprende
de mi voz enriquecida,
en lo opaco de tu lente,
sin humo darle acogida.
Que despliegue mis aristas
que alimentan las pupilas,
y desgajan los temores
de convenciones simplistas.