Una mañana de frio de esas que nublan el cielo,
He visto una pequeñita penetrar en el cementerio.
Como era pequeña y sola no me pude contener:
¿Para quién son esas flores, pequeña?, le pregunté.
“Son para mi amada madre que en el cementerio está
Por eso visto de luto, recogida en caridad”.
Se fue al lado de la tumba, de rodillas se postró,
Colocándole las flores, amargamente lloró:
“Madre mía, madre mía, ¿Dónde estas?,
Te busco entre los muertos y no te puedo encontrar.
Anoche soñaba yo que dos negros me robaban
Y eran tus ojitos, madre, que desde el cielo me hablaban.
Madre mía, madre mía, madre mía, ¿donde estás?,
Que te busco entre los mortales y no te puedo encontrar.
He visto una pequeñita penetrar en el cementerio.
Como era pequeña y sola no me pude contener:
¿Para quién son esas flores, pequeña?, le pregunté.
“Son para mi amada madre que en el cementerio está
Por eso visto de luto, recogida en caridad”.
Se fue al lado de la tumba, de rodillas se postró,
Colocándole las flores, amargamente lloró:
“Madre mía, madre mía, ¿Dónde estas?,
Te busco entre los muertos y no te puedo encontrar.
Anoche soñaba yo que dos negros me robaban
Y eran tus ojitos, madre, que desde el cielo me hablaban.
Madre mía, madre mía, madre mía, ¿donde estás?,
Que te busco entre los mortales y no te puedo encontrar.