ROSA, LA DE LOS LUNARES...

ROSA, LA DE LOS LUNARES

Rosa, la de los lunares,
tiene que tiene una madre
bailaora de cartel;
pero en cambio la mocita,
es la rosa más bonita
de la Puerta de Jerez,
Paco Sanlúcar, que es un niñato
de los que a Rosa piden candela,
anda sacando los pies del plato
porque la niña no lo camela.
Y de taberna en colmado,
con sus malos sentimientos,
una copla le ha cantado
para que se la lleve el viento.

Rosa, la de los lunares
¡ay, que penita, pena, me da!
lo mismito que su madre
deja bastante que desear.
Y confirma este murmullo
algo que dice Sevilla:
¿A qué viene tanto orgullo?
¿A qué viene tanto orgullo?
De tal palo, tal astilla.
Conque no te vuelvas loca
presumiendo de azahares,
que ya estas de boca en boca
que ya estas de boca en boca
Rosa, la de los lunares.

Rosa, la de los lunares,
escondiendo sus pesares,
en la reja lo citó;
y Francisco el de Sanlúcar
se tragó el terrón de azúcar
que la niña le ofreció.
Y a la semana Sevilla entera
lo vio por plazas y callejones,
con el semblante como la cera
y hablando solo por los rincones.
Como un cirio requemado
se apagó poquito a poco
hasta que se lo han llevado
a la casa de los locos.

Rosa, la de los lunares
tiene la fama como el cristal;
quien la lleve entre cantares
tarde o temprano lo ha de pagar.
Ya está loco y encerrado
quien la copla me inventara;
la razón se le ha nublado
la razón se le ha nublado
los ojitos de mi cara.
Y Sevilla me coloca
mi corona de azahares;
ya no va de boca en boca
ya no va de boca en boca
Rosa, la de los lunares.

Antoñita Moreno