Un dulce desorden en el vestido...

Un dulce desorden en el vestido
enciende un capricho en las prendas:
un pañuelo sobre los hombros soltado
en delicada distracción;
un lazo inquieto, que aquí y allí
cautiva el ceñidor carmesí;
un puño negligente, y por él
cintas que fluyen confusamente;
una atractiva ondulación, digna de atención,
en las tempestuosas enaguas;
un cordón descuidado en el zapato, en cuyo lazo
veo una humanidad salvaje:
me cautivan más que cuando el arte
es demasiado preciso en cada parte.