El invierno no deja de tener sus encantos:
A veces los domingos, cuando un poco
de sol amarillea la tierra blanquecina,
vas a dar una vuelta con una prima… “y
no os hagáis esperar para la cena”,
dice la madre.
Y, cuando ya hemos visto
los atuendos floridos bajo los negros árboles
de los Jardines de Maria Cristina
tiene frío la muchacha… y te señala
que la niebla nocturna comienza a levantarse.
Y ya de vuelta, hablando del buen día
que ha pasado tan rápido ¡qué lástima!
…y de discretas llamas:
al penetrar en casa
olemos - ¡qué apetito!- desde el zaguán el pavo
que está en el asador.
A veces los domingos, cuando un poco
de sol amarillea la tierra blanquecina,
vas a dar una vuelta con una prima… “y
no os hagáis esperar para la cena”,
dice la madre.
Y, cuando ya hemos visto
los atuendos floridos bajo los negros árboles
de los Jardines de Maria Cristina
tiene frío la muchacha… y te señala
que la niebla nocturna comienza a levantarse.
Y ya de vuelta, hablando del buen día
que ha pasado tan rápido ¡qué lástima!
…y de discretas llamas:
al penetrar en casa
olemos - ¡qué apetito!- desde el zaguán el pavo
que está en el asador.