¡Cómo anhelan mis manos surcar,...

¡Cómo anhelan mis manos surcar,
ah, de tu cuerpo, el mar nacarado;
y en éxtasis me lleve a viajar,
el vaivén de tu oleaje encantado!

Es mi anhelo, sueño prohibido,
pues tú ya tienes tu propio cielo
y me remites al cruel olvido,
matando así, mi más caro anhelo.

Mas no importa tu rechazo ahora;
mi corazón seguirá esperando
Sé muy bien que llegará la hora,
en que nos estaremos amando.

Y cuando me des el sí rotundo,
de nuestro amor caerá el velo,
para que sea testigo el mundo,
la bendición que nos dio el cielo.