¡Cómo anhelan mis manos surcar,
ah, de tu cuerpo, el mar nacarado;
y en éxtasis me lleve a viajar,
el vaivén de tu oleaje encantado!
Es mi anhelo, sueño prohibido,
pues tú ya tienes tu propio cielo
y me remites al cruel olvido,
matando así, mi más caro anhelo.
Mas no importa tu rechazo ahora;
mi corazón seguirá esperando
Sé muy bien que llegará la hora,
en que nos estaremos amando.
Y cuando me des el sí rotundo,
de nuestro amor caerá el velo,
para que sea testigo el mundo,
la bendición que nos dio el cielo.
ah, de tu cuerpo, el mar nacarado;
y en éxtasis me lleve a viajar,
el vaivén de tu oleaje encantado!
Es mi anhelo, sueño prohibido,
pues tú ya tienes tu propio cielo
y me remites al cruel olvido,
matando así, mi más caro anhelo.
Mas no importa tu rechazo ahora;
mi corazón seguirá esperando
Sé muy bien que llegará la hora,
en que nos estaremos amando.
Y cuando me des el sí rotundo,
de nuestro amor caerá el velo,
para que sea testigo el mundo,
la bendición que nos dio el cielo.