Solo entre la tibia multitud
escucho el frío silencio de tu voz
y en esta amplia inmensidad
sólo hay un asiento para los dos.
En un claro y luciente día gris,
en una clara noche sin luna
cuerdamente siento la locura
de no estar y estar junto a ti.
Navegando por tu desierto
acompañado de tu ausencia
siento la culpable inocencia
de ser náufrago en tu puerto.
escucho el frío silencio de tu voz
y en esta amplia inmensidad
sólo hay un asiento para los dos.
En un claro y luciente día gris,
en una clara noche sin luna
cuerdamente siento la locura
de no estar y estar junto a ti.
Navegando por tu desierto
acompañado de tu ausencia
siento la culpable inocencia
de ser náufrago en tu puerto.