Gracias querida Pa. Sa. Ma, eres muy buena amiga, me lo demuestra aquí en el foro, con esta bonita poesía, igual que me lo demuestras, en el día, a día. Eres mí amiga, mí confidente, y encuentro ese desahogo... donde mí alma desahogo, y también me comprendes y me sabes escuchar.
Gracias.
Enviado por MUNDO. el 27/08/2013 a las 18:00
Gracias.
Enviado por MUNDO. el 27/08/2013 a las 18:00
Ni muy feliz, ni triste. Como tantas,
parecerá insensible a cuanto pueda
ocurrir a su lado. Cada día
andará iguales calles y las mismas
sombras la mirarán pasar. No habrá ninguno
capaz de distinguirla de las otras,
así, a primera vista. Cada día
se va muriendo un poco no comulga
con esa triste rueda de molino
de la moderna mística; el trabajo,
rutinario y vulgar —bien lo comprende—
la embrutece y anulan Y qué remedio
queda. Y qué remedio.
Pero yo sé que guarda
intacta esa frescura y delicada
del corazón ardiente y una innata,
joven curiosidad. Estará sola,
como solos están los que, de un modo
u otro, son acaso diferentes.
Y no sospechará que hubo una tarde
en la que fue dictándome un poema.
parecerá insensible a cuanto pueda
ocurrir a su lado. Cada día
andará iguales calles y las mismas
sombras la mirarán pasar. No habrá ninguno
capaz de distinguirla de las otras,
así, a primera vista. Cada día
se va muriendo un poco no comulga
con esa triste rueda de molino
de la moderna mística; el trabajo,
rutinario y vulgar —bien lo comprende—
la embrutece y anulan Y qué remedio
queda. Y qué remedio.
Pero yo sé que guarda
intacta esa frescura y delicada
del corazón ardiente y una innata,
joven curiosidad. Estará sola,
como solos están los que, de un modo
u otro, son acaso diferentes.
Y no sospechará que hubo una tarde
en la que fue dictándome un poema.
Gaspar Núñez de Arce
Cuando el ánimo ciego
Cuando el ánimo ciego y decaído
la luz persigue y la esperanza en vano;
cuando abate su vuelo soberano
como el cóndor en el espacio herido;
cuando busca refugio en el olvido
que le rechaza con helada mano;
cuando en el pobre corazón humano
el tedio labra su infecundo nido;
cuando el dolor, robándonos la calma,
brinda tan solo a nuestras ansias fieras
horas desesperadas y sombrías,
¡ay, inmortalidad, sueño del alma
que aspira a lo infinito!, si existieras,
¡qué martirio tan bárbaro serías!
Un abrazo Ransés.
Cuando el ánimo ciego
Cuando el ánimo ciego y decaído
la luz persigue y la esperanza en vano;
cuando abate su vuelo soberano
como el cóndor en el espacio herido;
cuando busca refugio en el olvido
que le rechaza con helada mano;
cuando en el pobre corazón humano
el tedio labra su infecundo nido;
cuando el dolor, robándonos la calma,
brinda tan solo a nuestras ansias fieras
horas desesperadas y sombrías,
¡ay, inmortalidad, sueño del alma
que aspira a lo infinito!, si existieras,
¡qué martirio tan bárbaro serías!
Un abrazo Ransés.