Dejadnos
Dejadnos recoger los pétalos hollados
por los desnudos pies de la esperanza,
y bordar en el pañuelo añil de las promesas
la fecha en que nuestros lábios se hermanaron.
Dejadnos dibujar con el pincel de los recuerdos
catedrales platerescas de ilusiones.
Y beber el afrodisiaco vino de la tarde
por la copa interporal de las caricias.
Dejadnos calmar la furia del uracan descalzo.
Dejadnos, en la quietud opaca del misterio.
Medir con plenitud nuestras miradas.
Dejadnos arrancar un hilo al tiempo
para tejer el blanco tul que selle nuestra entrega.
Dejadnos ungir con nuestras lenguas encendidas
la tibia piel del alma enamorada.
Dejadnos recoger los pétalos hollados
por los desnudos pies de la esperanza,
y bordar en el pañuelo añil de las promesas
la fecha en que nuestros lábios se hermanaron.
Dejadnos dibujar con el pincel de los recuerdos
catedrales platerescas de ilusiones.
Y beber el afrodisiaco vino de la tarde
por la copa interporal de las caricias.
Dejadnos calmar la furia del uracan descalzo.
Dejadnos, en la quietud opaca del misterio.
Medir con plenitud nuestras miradas.
Dejadnos arrancar un hilo al tiempo
para tejer el blanco tul que selle nuestra entrega.
Dejadnos ungir con nuestras lenguas encendidas
la tibia piel del alma enamorada.